lunes, 8 de agosto de 2022

Cavour: charango mayor

El histórico maestro Ernesto Cavour, uno de los máximos referentes del charango en Bolivia y en el mundo ha fallecido este domingo. 

Deja un legado de desarrollo e internacionalización del instrumento y un repertorio notable, que da cuenta de una prolífica carrera como compositor, inventor y arreglista. 

Los músicos bolivianos presentan sus respetos.


Incansable genio de los pueblos

Manuel Monrroy Chazarreta


Él fue una referencia total para la canción urbana. Cuando escuché en la adolescencia “Ha muerto el indio Ch'amillo...”, dije: “se puede hacer esto”. El mejor charanguista del mundo, sin duda, el charango era prolongación de sus manos virtuosas.

Tuve el gusto de tocar con Ernesto Cavour en Japón en 1990, allí me puso el Papirri, “tú eres el Papirri wawita de pecho”, me dijo, con su humor de calle. Y me quedé con Papirri. Alguna vez, luego de años, le pregunté por qué eso de Papirri: “era pues mi amigo, un buen chango, pero chupaba mucho y se ha ido nomás, por eso te tienes que cuidar ahora vos”.

Genio inventor, tuve el gusto de tocar su guitarra Muyu Muyu esa noche gloriosa de 2019 en la Casa del Charango. Qué invento más fino, ¡sorprendente! Esa noche toqué Domínguez, en una cara de las guitarra tocabas con cuerdas de nylon, dabas la vuelta a la guitarra y le cascabas con cuerdas de metal. Solo a Cavour se le podía ocurrir semejante instrumento.

Lo apoyé en su corta participación política como candidato a Alcalde de la Izquierda Unida: “una huevada es, pero ya está, le metimos miedo a la derecha”, me dijo sonriendo. Siempre sonreía.

Maestro Ernesto Cavour, no te digo que descanses, eso es imposible para tu alma... si alguien trabajaba desde el amanecer eras tú, incansable genio de los pueblos. Solo pido que nos regales paz. Siempre que entro al escenario recuerdo tu sonrisa querida, “ya, ya, andá a hacer lo que sabes, Papirri, y dejá de molestar”. Hoy eres un espíritu superior que, como siempre, nos llenas de alegría el camino. 


Cavour, 7 de agosto

Gabo Guzmán, guitarrista


Me acuerdo de Don Ernesto Cavour, en un homenaje al Jechu Durán. Es muy de nosotros las bolivianas y los bolivianos que alguna vez hayan coincidido dos personalidades tan distintas entre sí para hacer música (Jesús nació en 1952 y Don Ernesto en 1940). En el homenaje Don Ernesto tocó, si mal no recuerdo un bailecito del Jesús, pero tan ‘a la Cavour’; ¿qué era pues otro tema, otro lenguaje?, ¿otro momento de Bolivia y sus luces y sus enredos? Quizá, simplemente, otro Jechu. Luego Don Ernesto tocó un bailecito suyo alegando que le gustaba mucho a Jechu Durán. De lo charanguístico tienen que hablar las y los que saben de charango, yo no soy uno de elles. Creo que Don Ernesto era como músico una puesta en escena integral, que cabía entera en él y en sus charangos, incluido el que se sacaba de la manga de su saco. No ha necesitado nunca escenografías para ser él, totalmente él. ¿Serán así los mitos? Si son así, como Don Ernesto, es porque seguro saben algo que nosotros desconocemos del todo, lo que les permitió y les permitirá andar y desandar por varios mundos este de acá y también los otros.


“Ha abierto senderos para el charango y la música boliviana en el mundo”

Carla Derpic, quenista


Ernesto Cavour es la más grande expresión de nuestra música a nivel mundial. Si hay alguien a quien conocen fuera de Bolivia, es a él. A través de su trabajo a lo largo de los años, ha abierto senderos para el charango y la música boliviana en el mundo.

Ha sido un gran referente e inspiración para muchas generaciones de músicos. Hoy en día siguen habiendo jóvenes que aprenden a tocar quena, charango y/o zampoña gracias a sus métodos de aprendizaje. Gente de otros países llegó a La Paz para aprender a tocar charango con él o, simplemente, para escucharlo.

Muchas de sus composiciones son la muestra del estudio, exploración y dominio de su charango. Experimental, ingenioso y auténtico en la creación de canciones e instrumentos. Demostró que habían diferentes maneras de hacer folklore junto a Los Jairas y el trío Cavour-Favre-Domínguez.


FUENTE: Revista Cultural La Trini

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