martes, 2 de abril de 2024

Instituto Eduardo Laredo denuncia designación ilegal de autoridades; presentó un recurso revocatorio

El instituto de Educación Integral y Formación Artística “Eduardo Laredo” (IEIFAEL) denunció que se intenta designar a autoridades sin conocimientos administrativos ni académicos dentro de la academia; por lo que presentó un recurso revocatorio ante la medida que calificaron como anticonstitucional.

Según un comunicado, la pretensión de la designación de las autoridades sin conocimientos del funcionamiento institucional es una infracción flagrante a “los artículos 80, 81, parágrafo III”, que establecen que la educación está orientada a la formación de las personas en aspectos de enriquecimiento del país, y también del artículo 99, que señala el patrimonio del país es inalienable, inembargable e imprescriptible.

“(…) y vulneran los derechos de nuestros estudiantes, amenazan con destruir el sistema integral de educación de esta institución patrimonial, pretendiendo dividirla en una Unidad Educativa común, y en un instituto de formación artística superior posbachillerato”, se lee en parte del comunicado.

Por tales vulneraciones, el IEIFAEL presentó el 20 de marzo de esta gestión, un recurso revocatorio con el cual pidieron que se deje sin efecto al proceso de institucionalización 001 y 002/2024 que es ajena, según autoridades y padres de familia de la academia, a la institución Laredo.

“(…) deben dejarse sin efecto por las consecuencias que conllevan contra esta institución patrimonial por las designaciones de autoridades políticas con las que se pretende intervenir este modelo educacional que Cochabamba ofrece al mundo”, señala parte del comunicado.

La institución lleva en funcionamiento desde 1961 y sus autoridades, mediante el comunicado, señalan que es un “Patrimonio Cultural e Inmaterial de Bolivia, además de ser un Patrimonio Cultural y Educativo del departamento de Cochabamba”, por lo que la designación es una vulneración a los artículos mencionados de la CPE.

“Este es un baluarte de la educación y la cultura que Cochabamba ha dado a Bolivia y solicitamos a nuestra población su apoyo”, finaliza el comunicado.

FUENTE: Brújula Digital

viernes, 22 de marzo de 2024

ALBERTO VILLALPANDO, PIONERO DE LA MÚSICA PARA CINE EN BOLIVIA, RECIBIÓ RECONOCIMIENTO

El maestro de la musicalización recibió ayer un galardón de parte de Unitepc, a propósito del Día del Cine Boliviano y tiene en puerta un proyecto musical en La Paz.

Alberto Villalpando, pionero de la banda sonora en Bolivia, recibió ayer un galardón, en el Día del Cine Boliviano y se alista para concretar importantes proyectos musicales.

El 21 de marzo, la Universidad Privada Cosmos (Unitepc) organizó un acto de reconocimiento para el maestro Villalpando, en el campus Colonial de esta casa superior de estudios.

"Estoy muy conmovido y muy agradecido", expresó Villalpando, aunque confesó no sentirse merecedor del lauro. Su humildad al recoger la plaqueta fue aplaudida por el público y "es digna de su sabiduría".

El rector de Unitepc, Eduardo Mancilla, adelantó que este personaje de la cinematografía nacional sera parte del staff de docentes de Licenciatura en Cine, una nueva carrera que presentará esa casa superior de estudios dentro de poco en Cochabamba.

Entre tanto, en conversación con OPINIÓN, Villalpando comentó que ya se dedica a la docencia en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), una actividad a la que le dedica un buen tiempo y que, según dijo, le aporta mucho porque le permite estar en contacto con las nuevas generaciones.

Como primicia, anticipó que en mayo la Orquesta Sinfónica dará un concierto con obras exclusivas de Villalpando.

"Estrenarán tres obras mías -para orquesta-. Grabarán y difundirán las piezas del modo más amplio posible. Cosa que me emociona mucho".

Será el 22 y 23 de mayo en el Centro Sinfónico de La Paz.

TRAYECTORIA

Villalpando, nacido en la década de los 40, es pionero de la banda sonora del cine boliviano y trabajó junto a Jorge Sanjinés, Paolo Agazzi y Antonio Eguino, entre otros importantes cineastas.

Esa amplia capacidad de componer música contemporánea inspiró a Alberto Villalpando a participar en la musicalización de películas bolivianas desde 1965 hasta el 2007. Las primeras fueron “Aysa” (1965), “Ukamau” (1966), “Mina Alaska” (1968), "Mi Socio" (1980),  entre otras.


FUENTE: Opinión

FOTO: Noé Portugal


jueves, 14 de marzo de 2024

ICBA habilita 40 cupos para fomentar la pasión cinematográfica en Bolivia

El Programa de Motivación y Fomento a la Producción Audiovisual del Instituto Cultural Boliviano Alemán (ICBA) Cochabamba impulsa la pasión cinematográfica en el país.

Esta institución presentó la séptima versión de “Geist: Luces y Sombras”, un taller de cine .

Esta nueva versión reunirá talentos de Cochabamba y el interior del país para permitirles realizar cortometrajes cinematográficos profesionales junto a sus asesores, recibiendo formación en cine y artes audiovisuales durante el proceso, de la mano de expertos del cine nacional e internacional, quienes brindarán sesiones magistrales.

Algunos de los invitados son Juan Carlos Valdivia (“Jonás y la Ballena Rosada”, “Zona Sur”), Blanca Lewin (“En la Cama”, “La Vida de los Peces”) y Gerardo Guerra (“También la Lluvia”, “Our Brand is Crisis”), entre otros.

En “Geist: Luces y Sombras” seleccionarán a 40 becarios de Cochabamba y el interior del país cursarán materias como “Introducción Teórica”, “Guion y Desarrollo” y “Preproducción”, esto incluye la elaboración de los guiones de los cortometrajes y sus respectivas carpetas de producción.

Luego tendrán una fase de “Producción”, donde se prepararán y filmarán los cortometrajes, en Cochabamba.

Estas becas están abiertas a todos los mayores de 18 años. "No se requieren previos estudios ni experiencia, solamente mucho compromiso, excelente actitud y disponibilidad de tiempo para todas las actividades del taller".

La institución cubrirá gastos que incluyen: formación teórica y práctica, conversatorios, equipamiento para la realización de los cortometrajes y asesoramiento constante en todas las actividades que lleve a cabo el curso y cada equipo de trabajo.

Se encuentran disponibles 30 cupos para Cochabamba y 10 para el interior del país.


FUENTE: Opinión

Cochabamba ya cuenta con Fondo Concursable para Cortometrajes

En cumplimiento de la Ley Departamental que impulsamos, lanzamos hoy nuestro I Fondo Concursable de Cortometraje “FONPLATA - Gobernación de Cochabamba”, que premiará con 2 mil dólares al proyecto ganador para que realice una pieza que, en 5 a 15 minutos, adapte una obra de la literatura boliviana.

Agradecemos a la primera entidad citada y patrocinante, muy especialmente a su vicepresidenta, Mariana Prado. El plazo de los proyectos vence el 31 de mayo. Acá la convocatoria: https://acortar.link/WF2Vxu
Queremos comenzar a emular la exitosa iniciativa del Programa de Intervenciones Urbanas que, lanzada en el Gobierno de Evo, permitió un nuevo boom de nuestro cine boliviano, con excelentes resultados al apoyar el trabajo de directores como Martín Boulocq, Kiro Russo o Alejandro Loayza.
¡Seguiremos trabajando por nuestras culturas!

FUENTE: Sergio de la Zerda

miércoles, 6 de marzo de 2024

Ukamau promueve un Diplomado en Escritura del Lenguaje Cinematográfico

Personajes de la talla de Jorge Sanjinés, Paolo Agazzi y Kiro Russo, todos directores de cine, serán mentores en un Diplomado en Escritura del Lenguaje Cinematográfico.

Ellos son solo algunos de entre varios expertos en cinematografía que están detrás de este curso que pretende "desarrollar habilidades para el desempeño en desafíos teóricos y prácticos sobre el guion cinematográfico y la puesta en escena en distintos contextos". Además, con ayuda de estos docentes, buscan que los amantes del cine puedan comunicar estéticamente historias con identidad latinoamericana.

Este diplomado es promovido por el Instituto de Formación Artística Escuela Andina de Cinematografía (IFA-EAC), el proyecto académico de mayor envergadura de la Fundación Grupo Ukamau, a través de la Universidad Andina Simón Bolívar.

Uno de los requisitos para acceder a este curso es poseer estudios previos con nivel técnico superior o una licenciatura relacionada a las artes audiovisuales o carreras afines.

De acuerdo con la organización, las clases serán virtuales. El diplomado inicia en mayo de este 2024 y se puede obtener más información en la página web de la Universidad Andina Simón Bolívar o a través del WhatsApp 79503010.

"La Universidad Andina Simón Bolívar (UASB) está comprometida con la formación integral del talento humano boliviano relacionado con artes audiovisuales".


FUENTE: Opinión

jueves, 29 de febrero de 2024

JORGE SANJINÉS RECIBIÓ EL CÓNDOR DE LOS ANDES

Jorge Sanjinés, el cineasta más importante de Bolivia, recibió la noche de este miércoles El Cóndor de los Andes, la más alta distinción que entrega el Estado Boliviano a sus hijos más importantes. El presidente del Estado, Luis Arce Catacora, fue el encargado de entregar el reconocimiento tras destacar el gran aporte de Sanjinés al reconocimiento del pueblo boliviano, con innumerables producciones como “Ukamau”, “La Nación Clandestina”, “El coraje del pueblo”, entre otros.

“Me siento muy honrado por la muy alta distinción que se me otorga, la misma que me induce a proseguir con tenacidad y alegría el trabajo de hace más de 50 años”, afirmó el maestro en un breve discurso tras recibir la distinción.

Director y guionista de varias películas considerados no solo mejores filmes bolivianos de la historia, sino precursores de una cinematografía política y comprometida, Sanjinés es un referente del séptimo arte a nivel latinoamericano y mundial.

En tanto, el primer mandatario destacó en el homenaje y distinción: “Cerca de estos 200 años de vida de nuestra Bolivia y varios siglos más de resistencia, lucha e insurgencia popular, hoy homenajeamos con la máxima condecoración de nuestro Estado Plurinacional de Bolivia, el Cóndor de los Andes, al maestro Jorge Sanjinés”.

El Jefe de Estado señaló que sin revolución cultural no habrá sostenibilidad ni profundización de las transformaciones políticas en el país porque la revolución cultural es la base fundamental de la transformación políticas y no perderse en las mezquindades individuales.

“Es por este aporte imprescindible al pueblo, al movimiento indígena originario, campesino, a los movimientos populares, a las trabajadoras y trabajadores que estamos hoy acá deteniéndonos para honrar la obra del maestro Jorge Sanjinés”.

Tras la distinción, Arce y el resto de invitados asistieron a la premier de "Los viejos soldados", una de las últimas producciones del maestro.


FUENTE: Opinión


miércoles, 28 de febrero de 2024

Maestro del cine Jorge Sanjinés recibirá el Cóndor de los Andes

La distinción será entregada hoy a las 18:00 en la Cinemateca Boliviana en La Paz, a cargo del presidente Luis Arce, en sesión cerrada.

El maestro del cine boliviano Jorge Sanjinés recibirá la máxima distinción cultural a nivel nacional, el Cóndor de los Andes, por su destacada labor y aporte al séptimo arte en el país.

El galardón le será entregado este miércoles a las 18:00 en un acto oficial en la Cinemateca Boliviana, en la ciudad de La Paz. El presidente Luis Arce hará los honores en una sesión “cerrada”, según anunciaron.

La distinción se realizará una hora antes de la premier de la última película de Sanjinés, ‘Los Viejos soldados’, adelantó La Razón.

El director de cine y guionista Jorge Sanjinés Aramayo nación en La Paz el 31 de julio de 1936. Se graduó como director de cine de la Escuela Fílmica de la Universidad de Chile.

Junto con Óscar Soria organizó el grupo Ukamau, con el que propició decenas de producciones que retratan la historia del país.

Tiene innumerables distinciones nacionales e internacionales; Grandes Directores Jóvenes, en Cannes (1967); Flaherty para ‘Ukamau’, en Locarno (1967); Mejor Filme Extranjero del Año, de la Asociación de Críticos Franceses y Timón de Oro para ‘Yawar mallku’ (1969); Concha de Oro, en San Sebastián, para ‘La nación clandestina’ (1990); o Glauber Rocha, en La Habana (1990).

Las producciones más notables son ‘La nación clandestina’, ‘Ukamau’, ‘Insurgentes’, ‘Para recibir el canto de los pájaros’, ‘Los hijos del último jardín’, ‘El coraje del pueblo’, ‘Juana Azurduy, guerrillera de la Patria Grande’ y ‘Las banderas del amanecer’, entre otras.

El Cóndor de los Andes es la más alta distinción del Estado de Bolivia para personalidades locales e internacionales por sus servicios prestados en distintos ámbitos.

ÚLTIMA PRODUCCIÓN

‘Los viejos soldados’, la última producción de Sanjinés, retrata un escenario de desencuentros entre soldados bolivianos y paraguayos, en medio de ‘una guerra que no debió ser’ y diferencias de clase marcadas. El filme se estrenará en cines nacionales este 29 de febrero.

El pasaje de la historia boliviana que Sanjinés eligió para su última producción cinematográfica es la Guerra del Chaco (1932 – 1935), destacado -como suele ser característico en sus contenidos- reflexiones en el ámbito social en cuanto a las clases, la educación y las aspiraciones de las personas de la época; muchas de las cuales persisten hasta hoy.

Se trata de un filme que, fiel a todas las producciones de Sanjinés, destaca el concepto social de la época que retrata.

FUENTE: Opinión

FOTO: Dico Soliz

sábado, 24 de febrero de 2024

LOS VIEJOS SOLDADOS de Jorge Sanjinés se estrenará el 29 de febrero.

 La Fundación Grupo Ukamau anuncia el estreno de la reciente película del Maestro Jorge Sanjinés Aramayo titulada Los Viejos Soldados, basada en la novela homónima escrita por Sanjinés. La película tuvo su estreno mundial en el 43 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba, en diciembre de 2022. En el pasado XIII Festival Internacional de Cine de Santa Cruz FENAVID, la película recibió el Premio del Público a la mejor película.

El director es reconocido por las películas Ukamau (Premio Grandes Jóvenes Directores del Festival Internacional de Cine de Cannes, 1966), Yawar Mallku (Premio Timón de Oro en el Festival Internacional de cine de Venecia, 1971), La Nación Clandestina (Gran Premio Concha de Oro en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, 1989), entre otras.


Luego del estreno de Juana Azurduy, Guerrillera de la Patria Grande (2016) e Insurgentes (2012), Jorge Sanjinés vuelve a presentarnos una nueva propuesta histórica. Esta vez relacionada con la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia, librado entre el 9 de septiembre de 1932 y el 12 de junio de 1935 por el control del Chaco Boreal. Sin duda un evento trascendental para nuestra historia, en el que Sanjinés se sumerge fiel a su estilo de un cine junto al pueblo.


La película cuenta con destacados actores bolivianos y nuevos talentos de la escena actoral, los cuales tuvieron distintos roles protagónicos, así como apariciones. En los roles protagónicos se encuentran Cristian Mercado, que interpreta a Guillermo, Roberto Choquehuanca que interpreta a Sebastián, Valquiria De La Rocha que interpreta a Benedicta y Mónica Mamani que interpreta a Emilia. También participan actrices y actores como Erika Andia Balcázar, Reynaldo Yujra, Hugo Francisquini, Pablo Fernández, Luis Caballero Barrios, Kike Gorena y Rober Ortiz Gonzales, entre otros. 


Los Viejos Soldados es una película que se pudo realizar gracias al Programa de Intervenciones Urbanas (PIU), una iniciativa del Ministerio de Planificación del Desarrollo en el año 2019. El financiamiento permitió que se pueda contratar a un equipo técnico y artístico de más de 70 personas. Al mismo tiempo, se pudo viajar a las localidades donde el guion de la película requería; el Chaco boliviano, lugar en el que se desenvolvió la cruenta Guerra del Chaco, Oruro, Sorata y La Paz, entre otras localidades en las que se rodó. el golpe del 2019 y la pandemia interrumpieron el rodaje y encarecierón su producción demorando varios meses su estreno comercial 


La música original fue realizada por el compositor boliviano Cergio Prudencio, quien en 2023 ganó el Premio Platino a Mejor Música Original por la película Utama. La etapa de postproducción de imagen se realizó en Bolivia y la postproducción de sonido, en Buenos Aires. 





SINOPSIS


En medio de la Guerra del Chaco, Guillermo, un joven burgués, salva de morir a Sebastián, un campesino aymara. Con el tiempo, forjan una amistad. Guillermo se rebela contra su coronel por un comportamiento racista, es juzgado y condenado a la pena de muerte. Guillermo es ayudado a escapar y Sebastián lo acompaña en la huida en medio del Chaco boliviano. Durante el escape, se enfrentarán a las más duras condiciones del lugar, casi llegando a morir por falta de agua. Al llegar a una población, se separan yéndose por caminos opuestos y prometen volver a encontrarse.



Los Viejos Soldados trata del desencuentro en nuestra sociedad boliviana. Desencuentro entre la ciudad y el mundo rural; desencuentro entre habitantes originarios y descendientes blancos y mestizos de los invasores españoles del siglo XVI; desencuentro de culturas, de cosmovisiones, de modos y maneras de ver la Naturaleza, de componer la sociedad. Unos al modo occidental, los otros a su manera ancestral, unos priorizando el yo, otros pensándose primero nosotros, después yo.


Creemos que es el desafío máximo que enfrenta hoy la sociedad boliviana. Si ese desencuentro no se resuelve, podría generar un enfrentamiento feroz. Por eso es importante comprender ese desencuentro, escarbar en su origen, en su equívoco, en su peligro.


La película que realizamos intenta generar una honda reflexión sobre ese fenómeno pernicioso que tiene profundas raíces, tal vez tan inmensas que no sea posible desentrañarlas y contenerlas, pero es ineludible intentar sembrar luces, convocar a la fantasía y al amor para resolver ese peligro que acecha si no se lo encara.





FUENTE: Grupo Ukamau


miércoles, 21 de febrero de 2024

Rinden homenaje al Tata Roberto Sahonero con una muestra de diablos

Una muestra de 20 obras de labrado y repujado en metal sobre los diablos del Carnaval, del artista plástico Juan Sánchez Guzmán, se presentará hoy en el Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef) en la ciudad de Sucre, como un homenaje al maestro Tata Roberto Sahonero y a la Diablada Los Masis, en su 30 aniversario.

“Presentamos ‘Expo Diablos’ para celebrar y recordar el aporte tan extraordinario de uno de los artistas más reconocidos en el departamento de Chuquisaca, el maestro Roberto Sahonero”, destacó el coordinador del Musef Sucre, Veimar Soto.

Roberto Sahonero, orureño de nacimiento, desarrolló la mayor parte de su trabajo por la cultura boliviana en Sucre, con el Centro Cultural Los Masis.

El Tata Sahonero fue uno de los gestores de la entrada de la Virgen de Guadalupe.

La exposición “Expo Diablos” incluye 20 trabajos de repujado en metal sobre la diablada del maestro Sánchez Guzmán, Jusan.

HISTORIA 

“La Diablada de Los Masis se fundó en 1994 y uno de los gestores fue el maestro Jusan, quien se inspiró y creó los diablos repujados en metal”, destacó Roby Sahonero, coordinador del Centro Cultural.


FUENTE: Opinión / FOTO: Ernesto Guevara Quiroz


CHRISTIAN “CHOCO” RODRIGUEZ: UN PANEO MUSICAL EN LA LLAJTITA DE EZ A WALIKI

Si bien la música puede ser altamente influyente en la construcción de la identidad de cualquier grupo social, nación o país, son pocas las canciones que pueden funcionar como bandera. Cada ciudad tiene sus himnos, los cívicos y los populares, cargados de melodías sentidas y letras que retratan las virtudes de su gente o la región a la que representan. Así, “Oh Cochabamba Querida” de Jaime del Río o “Collita” de Fernando Román Saavedra, son canciones que en la tertulia popular se consideran “segundos” himnos de Cochabamba y La Paz respectivamente. Lo mismo pasa con “Potosino Soy” de Humberto Iporre Salinas o “Viva Santa Cruz” de Gilberto Rojas para Potosí y Santa Cruz, y podríamos seguir enlistando miles de canciones que ayudan a construir identidad a ciudades, regiones o grupos sociales en entornos culturales, educativos, deportivos, etc.

Bolivia tiene su denominado “segundo himno” y sin lugar a dudas todos coincidimos en que se trata de “Viva mi Patria Bolivia” de Apolinar Camacho, que es capaz de mover todas nuestras células cuando se escucha en su versión más popular interpretada en ocasión de sesquicentenario de la independencia de Bolivia con participación de un precioso abanico de músicos como Luis RicoErnesto CavourPepe MurilloOrlando RojasJosé ZapataDelfín Marañón y Víctor H. Leaño. Esa versión, que se editó en 1975, incluía una grabación de la hinchada boliviana coreando el masivo grito: ¡BO BO BO, LI LI LI, VIA VIA VIA, VIVA BOLIVIA, TODA LA VIDA!. Esta barra popular ya se había escuchado en 1963 cuando la selección boliviana de fútbol ganó la Copa América despertando el orgullo nacional. Esa grabación de 1975 volvió a popularizarse durante las eliminatorias de la Copa del Mundo de 1994, cuando las radioemisoras y canales de televisión la reproducían tras cada gol de Bolivia, y vaya que fueron muchos goles los coreados en 1993, año de alta felicidad.

Por entonces, un joven choquito orureño modelo 1969, cochalizado a fuerza del inevitable amor que despierta la capital gastronómica de Bolivia, vivía su primera gran etapa musical con el grupo EZ, que fue reconocido en ese año como grupo revelación, y comenzaba a trazar un impresionante paneo musical que lo llevó a fundar el grupo Waliki para el que escribió, junto a Carlos Urquidi, otro “segundo himno” para nuestro país. Se trata del tinku “Llajtita”, más conocido como “Esta es mi Bolivia” por su poderoso coro que abriga a toda la patria en 4 minutos y medio. No cabe duda que si una canción es coreada por más 350 mil personas en el Carnaval de Oruro o cantada en casi todas las escuelas del país, se trata de una canción que se eleva a la talla de himno popular, porque al margen de su rica estética sonora, su letra funciona como un espejo social que refleja el país que somos y aquel que esperamos ser, íntegro en su alta diversidad.

Para alcanzar este logro, nuestro querido “Choco” protagonizó una interesante carrera musical desempeñando toda suerte de roles como músico y experimentó en diversidad de géneros musicales desde 1985 formando parte de las bandas “Brigada Rock”, “Lady” y “Krams”, en las que desempeño roles de bajista y baterista. En los 90s formó parte de EZ, Magia Blanca, Sacrilegio, Latin Fire (Australia), Sud, In Vitro, Jade y Kontra Ruta. Tras la entrevista realizada en el programa Arena Rock de Púrpura en Línea, difundida en días pasados, muchísimas personas revivieron los gratos recuerdos tras la publicación, en redes sociales, de fotos del disco de vinilo de EZ editado en 1992, mismo que incluía el súper éxito “Extrañándote”. Los comentarios de los internautas dejan un rastro de nostalgia, respeto y admiración al trabajo del grupo cochabambino que estaba conformado por William Castillo en guitarra, Daniel Quiroga en los teclados y voz, y Christian Rodriguez en la batería. Este disco fue realizado en Mega Savia Andina Records con Alcides Mejía como ingeniero. Este hecho ocasionó algo inusual en la historia del rock boliviano y es que EZ giraba por todo el país abriendo a Savia Andina, reconocidísimo grupo de folklore boliviano. Esto le permitió a Christian acercarse al folklore, razón por la que en el nuevo siglo sus experiencias musicales fueron más allá del rock formando parte del line up de Vicente Valenzuela, Tupay, H3O, Fakto, Jade, Enriqueta Ulloa y Zulma Yugar.



Hacia 2004, el “Choco” forma Waliki desempeñándose como productor y director musical, además de asumir el rol de bajista y compositor. Sin embargo, al margen de encarar este proyecto musical continuó explorando las diversas estéticas de la música boliviana trabajando con los grupos Mayu, La Yapa,  Bochorno Blues Band, la Capella de la Orquesta Filarmónica de Cochabamba, Atajo, Motor Hele, Super Pato, Analía Abat, El Che, Adagio y la Banda Espectacular Poopó de Oruro.

Alrededor de 25 producciones discográficas registran el aporte musical de Christian Rodriguez quien además de desempeñarse como músico, ha llevado en paralelo una notable actividad en el séptimo arte, actuando en cortometrajes y películas bolivianas, cuando no en una veintena de videoclips para diversos grupos musicales. El “Choco” es a la vez un incansable gestor cultural por lo que se ha ganado el cariño de sus colegas y del público boliviano.

Esta historia, que de por si ya es bastante rica en aporte al acervo boliviano, se sigue escribiendo pues Waliki ha llevado a otra dimensión la puesta en escena y producción musical en el país, lo que de sin lugar a dudas promete una carrera que seguirá escribiendo más páginas de la historia de la música boliviana. Como se advierte esta carrera musical rica en diversidad ha sido un ejercicio de integración fiel al discurso que propone su más preciosa composición titulada “Llajtita”.



Este himno de integración ha vuelto a cobrar actualidad tras una nueva grabación en la que Waliki, conformado por Carlos Urquidi y Christian Rodríguez, logra unir el talento de un importante pedazo de la histria viva musical del país para lograr una versión que cuenta con la participación de Fabio Zambrana (Azul Azul), Paola y Wally Zeballos (PK2), Guisela Santa Cruz, Llajtaymanta, Zon y Helen Fuentes en las voces, acompañados por los excelentes músicos: Glen Vargas (Track), Ramiro Vásquez (Chris Higbee EEUU y Aviónica), Bruno Bilbao (PK2), Ariel Villazón (Proyección), Heydy Flores, Huáscar Ballón (El Che), Armin Villca, Sergio Ferrufino (Philharmonische Orchester der Hansestadt Lübeck) y Maher.

A los 14 años, como en una película, un muy jovencito “Choquito” descubrió en la casa de la abuela en Oruro una guitarra que había estado semi escondida en un ropero esperando el momento de su encuentro, momento en que nació el músico que puede en un paneo de EZ hacia Waliki mostrar la riqueza de la música boliviana.

Este es nuestro “Choco”, tropical y andino, de bronce y copajira.

 ENTREVISTA:  https://www.youtube.com/watch?v=09jHsEXMOvk

 

viernes, 19 de enero de 2024

FELIPE PANIAGUA: DE LOS BEATLES AL ALTO FOLKLORE BOLIVIANO EN CHARANGO

Bolivia es un escenario cultural de alta diversidad, lo que ha permitido a lo largo de su historia una rica y preciosa producción artística, que en lo musical ha logrado amplia producción con vertientes nativas precolombinas y foráneas occidentales que en fusión han dado vida a nuestra música. En Púrpura en Línea, por medio de diversos programas radiofónicos, desde 2015 venimos recogiendo testimonios de protagonistas de nuestra historia musical, que a partir de la fecha compartiremos en La Ramona. Comenzaremos con Felipe Paniagua, maestro del charango, con quien tuvimos el placer de conversar en Buenos Aires hace pocas semanas.

Remontémonos a 1968. En Sucre, un inquieto adolescente de 13 años tomó un charango en las manos para encontrar de forma autodidacta las notas de las canciones de Los Beatles, cosa por demás rara tanto para rockeros como para folkloristas en ese momento. Pero, como en todo charango, habitaba en él la música boliviana a la que Felipe se acercó a través de vinilos de Mauro Núñez y Ernesto Cavour. A poco de ello, fue reclutado por un joven grupo denominado Los Masis. Con ellos grabó su primer sencillo, “Sucu Sucu” de 1971, luego vendría 3 más en 7 pulgadas y 2 long play: “Fabulosos” y “Volumen 2”, que hoy son piezas de colección. Con ellos realizó innumerables presentaciones en todo el país y en el exterior obteniendo premios y reconocimientos como el 1er. Lugar en la categoría de conjunto vocal instrumental en el IV Festival Nacional de la Canción Boliviana realizado en la ciudad de Oruro, entre muchos otros. Por entonces también realizó varias grabaciones con Tito Antonio Durán de Radio La Plata y Ever Baptista de Radio Loyola.



En 1975 participó en el Festival de la Canción Nacional en Tarija, logrando el 1er. Lugar en la categoría Trio Instrumental, conjuntamente el maestro guitarrista Edgar Ángel Navarro y el quenista Armando Vargas. Los grandes grupos folklóricos bolivianos, como los conocemos hoy, habían surgido del “boom” del folklore boliviano protagonizado por Ernesto Cavour, Gilbert Favre y Alfredo Domínguez, con quien Paniagua tuvo la oportunidad de tocar acompañando con su charango a la guitarra más preciosa de la historia del folklore boliviano. Esta corriente musical se conoció como Neo Folklore, que notoriamente se diferenció de los grupos de la época dorada del folklore que tenía en Raul Shaw y Gladys Moreno a sus máximos exponentes, por la incorporación de instrumentos nativos como bombo, vientos y el charango boliviano. Las producciones de compleja ejecución instrumental se denominaban “Alto Folklore” con representantes como William Ernesto Centellas o Ernesto Cavour, grupo al que sin lugar a dudas pertenece también Felipe Paniagua, quien a su vez acercó al mundo del charango al hoy notable Eddy Navia. Sin duda, todos ellos músicos altamente inspiradores.

Paniagua, en sus primeros años en el mundo musical boliviano produjo una rareza discográfica. Se trata del único disco de “Llajua Picante”, un grupo conformado por los mismos integrantes de Los Masis que grabaron en 1972 novedosas versiones de música de Tchaikovsky, The Beatles y Santana, siendo pioneros en la interpretación de música clásica y rock en charango como forma de decirle al mundo que el charango, en su versatilidad y complejidad, había superado la discriminación histórica a la que había sido sometido por su origen mestizo.



En 1980 fundó el Centro Cultural Masis conjuntamente varios padres de familia de estudiantes de la escuela Daniel Calvo que recibían instrucción en instrumentos de viento y charango. Actualmente, este centro cultural continúa formando a jóvenes talentos de la ciudad de Sucre a la cabeza de Roberto Sahonero. A principios de 1982 deja Sucre para realizar estudios universitarios en la Facultad Nacional de Ingeniería de Oruro. A la vez, como parte del programa de expansión del Centro Cultural Masis, es Instructor de charango y guitarra en el Colegio Jesús Maria y la Escuela San Pablo.

Paralelamente a su actividad universitaria forma parte del grupo “Punchay”, con quienes participa en varios festivales en La Paz, Cochabamba y Potosí; asimismo, realiza presentaciones en Perú y Chile, para promover el Carnaval de Oruro. Poco después integró uno de los primeros grupos vocales del país, el Sexteto Quirquincho, vigente hasta hace poco y con quienes realizó innumerables presentaciones en nuestro país, además de representar a Bolivia en Festivales como Festifront, Festival Latinoamericano de Folklore en Chile y en el Festival Internacional de Cosquín en Argentina el año 1986; además de participar en la grabación de un disco Long Play con el Sello discográfico Lyra. Los “quirquinchos” interpretan uno de los temas más apreciados por los orureños, se trata de “Oruro Querido”, composición de Arturo Peñaranda inmortalizada por el Sexteto Vocal Quirquincho. En 1991, por invitación del Gobierno de la ciudad de Montreal, asisten a los Festivales mundiales de Folklore de Lachine y Cornwall en Canadá el año 1991, asimismo realiza una producción discográfica en este país en formato cassette.




En 1996 recibe una invitación especial del Maestro William Ernesto Centellas para organizador el 2do. Congreso de Charanguistas y el 1er. Encuentro Internacional de Charanguistas llevado a cabo en la ciudad de La Paz, evento que reunió por primera vez a charanguistas de todas partes del mundo. A su retorno a la ciudad de Oruro, organiza la Sociedad Boliviana del Charango (SBC) Filial Oruro, siendo su primer presidente.

Paniagua es un incansable promotor de la práctica del charango en el país y como tal fue permanente impulsor de la SBC y recurrentemente, jurado en concursos y festivales de música folklórica como los históricos: Festival Nacional de la Canción Boliviana “Aquí Canta Bolivia” y el Festival Internacional del Charango en Aiquile, donde en 2002 fue nombrado “Charanguista Notable del Año”.


En 2005, en el VI encuentro Internacional de Charanguistas, es reconocido como “Maestro del Charango” por la actividad desarrollada durante toda su vida artística y su contribución a la divulgación de este instrumento. Posteriormente, se le designa Vicepresidente de la SBC; durante su gestión, y a la cabeza del maestro Alfredo Coca, organiza la ¨Orquesta de los 1000 Charangos ¨ que obtuvo el récord Guinness por la ejecución musical conjunta de aproximadamente 1200 ejecutantes en Potosí y 1300 en Cochabamba. Para ello, preparó a las diferentes representaciones con talleres en las ciudades de Oruro, Sucre, Potosí, La Paz y Cochabamba, motivo por el cual recibió el reconocimiento del Ministerio de Educación y de la Gobernación de Potosí.

En los últimos años realizó muchas presentaciones como Maestro Concertista organizadas por la SBC en varias ciudades del país. En agosto de 2019 participa como Concertista de Charango con el grupo Arcilla de Colombia en el Festival Internacional de Cultura de Boyacá-Tunja. Su más reciente producción musical como solista la realizó en el estudio de grabación Javivi Records de la ciudad de Oruro y está disponible en plataformas virtuales como ReverbNation.



Sus amigos le llaman “lagarto”, adjetivo que cariñosamente usa él para referirse a los más cercanos. Un lagarto viajero como los grandes músicos bolivianos que pasean su arte por Bolivia sembrando identidad y por el mundo entero como embajadores de nuestra música. En la actualidad, radicado en Buenos Aires dedica su tiempo a grabar, a disfrutar de cuanto evento musical de calidad se presente; y desde ya, a entrar en diálogo musical con charanguistas bolivianos y argentinos. De tanto en tanto toma los pinceles para expresar su arte en obras de acuarela que regala a sus seres queridos como testimonio de quien transita el mundo recogiendo con la mirada los bellos paisajes que encuentra en su paso. No cabe duda que Felipe Paniagua es un artista total y que su aporte a la música boliviana no ha pasado desapercibido.

Cavour, Centellas, Paniagua… son héroes del charango. Gracias al trabajo de esa generación de músicos virtuosos, el charango nunca más fue vilipendiado; todo lo contrario, ahora es un instrumento respetado, de encanto universal y por siempre un orgullo boliviano.


 FUENTE: Ernesto Guevara Quiroz (*), La Ramona, Opinión

(*) el autor es comunicador social, músico y docente universitario.

Huascar Rodríguez: ‘El vínculo entre política y crimen es universal’


 Antes que leerlo, a Huascar Rodríguez García lo escuché. Sí, lo escuché. Y él no estaba hablando, por cierto: estaba tocando. O mejor: estaba aporreando la batería en alguna de las míticas bandas de rock que ha integrado en sus más de 40 años. Debió ser en mis días de universitario, cuando la música local aún circulaba en casetes y discos compactos mal grabados. Algunos años después ya lo escuché hablar. O mejor: lo escuché agitar alguna conversación académica con una honestidad irreverente poco frecuente entre los coleccionistas de títulos. Tardé tiempo en asociar a uno con el otro, al aporreador con el agitador. Aún hoy me cuesta creer que son la misma persona: el “baterista punk con corazón thrasher” y el Doctor en Historia y Estudios Humanísticos: Europa, América, Arte y Lenguas (por la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla). Pero, lo cierto es que lo son. Son dos en uno. Y a ambos vale la pena escucharlos. Y al sociólgo e historiador también vale la pena leerlo. Yo lo leí por primera vez en La choledad antiestatal. El anarcosindicalismo en el movimiento obrero boliviano (1912-1965), su primer libro, y lo he vuelto a leer en las últimas semanas en Bandolerismo político y guerra civil. Cochabamba, 1890-2015, el libro que presentará este jueves 18 en la Fundación Patiño de Cochabamba (calle Potosí casi Portales), desde las 19.00.

La presentación del volumen (publicado por la editorial boliviana El País) ha sido la excusa para leerlo. Vaya excusa. Se trata de una adaptación de su tesis doctoral, una investigación fascinante inspirada por los trabajos del historiador británico Eric Hobsbawm, que rastrea los estrechos vínculos entre política y crimen en los valles cochabambinos de finales del siglo XIX y principios del XX, ese periodo en que se cocinó la Guerra Federal que cambió para siempre la historia de Bolivia. Su foco de atención es prácticamente insólito, al menos en la historiografía boliviana: las cuadrillas delincuenciales que, a tiempo de sembrar miedo y veneración a plan de violencia, hicieron del bandidaje una labor al servicio de los dos grandes proyectos políticos en pugna durante esos años, los conservadores y los liberales. La “cuadrilla de Punata”, al mando de los hermanos Crespo, y los “Ligeros” del Valle Bajo, comandados por el quillacolleño Martín Lanza, son los dos grupos de forajidos que centralizan su trabajo. A la minuciosa reconstrucción de sus aventuras y tropelías consagró años de búsqueda en archivos judiciales y hemerográficos inhóspitos. Y a la emocionante narración de su esplendor y decadencia dedicó no pocas noches de escritura y whisky. 

Enriquecido por las lecturas sociológicas y etnográficas del autor, Bandolerismo político y guerra civil… revela un pasado poco conocido, cuando no oscurecido, de Cochabamba y de Bolivia. Un pasado en el que el crimen y la política operaron hermanados al servicio de intereses indisimulables, aprovechando la cualidad “fantasmagórica” del Estado boliviano y la complicidad no menos interesada de la prensa de la época. Un pasado que probablemente esperaba ser develado por un baterista punk entrenado para explorar tiempos perdidos y transformarlos en relatos salvajes. 

Aunque tu formación de base es en sociología, tu especialización académica y tu producción intelectual te han llevado a la Historia. ¿Cuáles han sido las razones que te han alejado del análisis sociológico del presente para atrincherarte en la exploración histórica del pasado?

Si bien es verdad que tras culminar la licenciatura en Cochabamba me alejé de la sociología (debido a mis pulsiones narrativas y a mi desencanto sobre el presente), también debo decir que durante una parte de mi formación posterior en Buenos Aires y Sevilla caí en cuenta de que no debería existir una sociología a-histórica. De ahí que ahora tengo claridad que lo mío, entre otros ámbitos, es la historia social: un campo que en el fondo no es otra cosa que la labor clásica del historiador, pero nutrida del instrumental proveniente de la sociología y/o de la antropología. Así que ahora quiero reconciliarme con la sociología, pero indagando el tiempo pretérito. Considero que beber de estos cruces fecundos, que han generado campos como la etno-historia, es algo muy necesario y fértil para las investigaciones que exploran el pasado. En síntesis, me metí en la historia un poco por evasionismo, quería evadir la actualidad porque me parecía deprimente, y la disciplina histórica fue para mi un refugio, pero ahora quiero hacer historia para interpelar y entender mejor el presente.

Quienes te conocen saben que, de forma paralela o incluso anterior a tu labor académica, tienes una carrera más artística, vinculada a la música y, en el último tiempo, la danza. ¿Cómo se complementan o se distinguen estos dos “Huáscares”, el investigador y el creador?

Hace unos años tenía la idea de que ambas facetas en un punto podrían llegar a ser complementarias, pero irónicamente no lo veo tan fácil. Me conocen de una faceta o de la otra, y estos dos mundos se me han hecho incompatibles. Un punto de encuentro podría ser investigar pedos de música y lo más lógico sería indagar “los rokerismos”, dada mi procedencia de baterista punk con corazón thrasher. Me da ganas, más todavía viendo que ahora alguna gente quiere construir un campo sobre “estudios de rock y metal” en Bolivia, pero me parece pésimo lo que se está haciendo al respecto, porque todo lo que vi termina siendo un conjunto de textos autocelebratorios, cuando lo que necesitariamos es más bien hacer preguntas incómodas, cuestionarnos y auto-criticarnos. Y en fin, que se me quitan las ganas. Más me gustaría explorar reflexiones en torno a la música electrónica, retomando discusiones sobre el futurismo y las implicaciones de los sintetizadores, por ejemplo, para escribir, pero también en conexión con una praxis, performática o no. Por lo demás, me siento muy desencantado de “la danza” y del denominado “giro corporal” en las ciencias sociales y en ciertas humanidades (desde mi condición de principiante indisciplinado e incorregible, sin aspiración de nada en este ámbito), pero me encanta conocer y sobre todo bailar libremente, y no solo como terapia. En suma, la música es una de las cosas más importantes en mi vida, aunque hasta ahora no he hallado la manera de fusionar esta obsesión personal con la ciencias sociales. Sé que se puede y que se hace, y espero hacerlo más delante de rigor. 

Ahora sí, entrando al libro, ¿cuál fue el hecho que te acabó llevando a la investigación histórica sobre el bandolerismo cochabambino de finales del siglo XIX?

 Fue una tesis de maestría en la que estaba indagando la participación política popular en Cochabamba, entre fines del XIX y las primeras décadas del XX. Ahí hallé el fenómeno del “esbirrismo” político y la violencia electoral, y eso me condujo luego al tema específico del denominado “bandolerismo político”.

¿En qué medida fueron determinantes los trabajos de Eric Hobsbawm sobre el “bandido social” para encaminar tus pesquisas?

 Fueron una inspiración total, pese a todas las merecidas críticas que ha recibido, sobre todo desde el latinoamericanismo. Sin embargo, una parte del modelo interpretativo de Hobsbawm acerca del “bandido social” todavía puese ser útil, según los casos que se estudien. 

Adviertes que en Bolivia se ha desarrollado muy poco la “bandidología” (investigación sobre el bandidaje), menos aún la circunscrita a Cochabamba. ¿A qué atribuyes este vacío o desinterés en la historiografía boliviana/bolivianista?

Quizá a que por mucho tiempo se han privilegiado tópicos que se han convertido en dominantes, muy acordes a necesidades políticas, como la guerra de independencia, la mina, el campo, la hacienda, el sindicato, lo indio, la nación o el Estado-nación. Sorprende la cantidad de áreas inexploradas y casi virgenes en el campo de la historia boliviana. Y para Cochabamba es igual o peor, más aún porque no existía la carrera de historia en la UMSS sino hasta hace poco, y ahora que existe es muy mala. Creo que ya es tiempo de ir más allá de los tópicos clásicos, o al menos abordarlos con nuevas preguntas y nuevos enfoques. 

Aunque tu tesis se circunscribe a dos experiencias puntuales de bandolerismo, que son la cuadrilla de Punata y los ‘Ligeros’ de Martín Lanza en el Valle Bajo, ¿te animarías a esbozar una caracterización del bandidaje cochabambino o, más cabalmente, valluno? ¿Qué distingue al bandidaje cochabambino-valluno de otros bandidajes dentro y fuera de Bolivia?

A riesgo de ser esquemático, y pensando simpre en el pasado, creo que habría que distinguir al menos tres niveles: un bandolerismo político fuertemente vinculado con las elites, una serie de ilegalismos campesinos (como robo de cosechas y abigeatos) y la delincuencia común, sea a tiempo parcial o a tiempo completo. En Cochabamba pueden identificarse estos tres niveles que a veces interfieren entre sí. Pero la característica de la región creo que fue la emergencia de un campesinado mestizo, mercantil y parcelario que buscaba emanciparse de la hacienda y comprar tierras, en un contexto de crisis política y ecológica. La “picardía valluna” o el estereotipo del campesino del valle alto como “ladrón” pueden explicarse por repertorios de lucha contra la hacienda. Pero, por lo demás, el fenómeno del “bandolerismo clásico” es universal y propio de todas las sociedades rurales en crisis por los procesos de modernización.  

Insistes en el libro que te interesa rastrear la relación entre política y delito desde el bandidaje de finales del siglo XIX y principios del XX en Cochabamba. ¿Crees que este nudo política-delito es una constante de historia política boliviana?

 Sí. Y de hecho, el vínculo entre política y crimen es también universal. Como diría el filósofo Max Stirner: sin crimen no hay Estado. 

Un factor al que atribuyes el esplendor del bandolerismo valluno es lo que llamas el “Estado fantasma”: el Estado que, en apariencia, está ausente, sobre todo en el medio rural, pero que está presente mediante sus tentáculos burocráticos. ¿Crees que esta cualidad fantasmal del Estado es otra de las constantes de la institucionalidad boliviana?

Sin duda alguna. La cualidad “fantasmagórica” del Estado boliviano se puede percibir aún hoy. Como diría Daniel Goldstein, el Estado está presente en la ley, en sus exigencias y en sus ritos burocráticos, pero al mismo tiempo está ausente, pues busca crear un orden legal sin ofrecer seguridad ni garantizar formas efectivas para acceder a la justicia, y la policía es parte estructural de este desfase. 

La investigación te llevó a bucear en archivos judiciales y hemerográficos. De esta metodología documental se desprende la necesidad de acudir a la representación que el sistema judicial y los medios escritos hicieron de los bandidos. De alguna manera, su historia es la historia que contaron jueces y periodistas. ¿Qué papel le concedes a los aparatos legal y periodístico en la satanización o mitificación de los forajidos que aparecen en tu libro o de los forajidos en general?

El aparato de justicia tiene un rol importante en esto que mencionas efectivamente, pero es sobre todo la prensa la que ha jugado un papel crucial en la manera en que la sociedad ve y cree entender el crimen. De hecho, se podría decir que, en cierta medida, muchos bandidos han sido una creación periodística. Pero además, la prensa ha desarrollado algo que la historiadora Lila Caimari define como “criminología profana”: un conjunto de saberes no expertos, pero que toman elementos de los saberes académicos, que terminan definiendo las representaciones acerca de la criminalidad.  

Finalmente, contabas que con este libro esperas dar por cerrado el capítulo de tu trabajo dedicado al bandolerismo boliviano. De haber nuevos investigadores que se involucren en este campo, ¿qué te interesaría, ya como lector, que se indague en torno al bandidaje cochabambino y boliviano?

Muchos temas y casos: desde el Zambo Salvito y Carmelo Hurtado, hasta personajes literarios o míticos (tipo el Chiru-Chiru). Solo explorando la prensa se pueden hallar varios casos de bandidos diversos, desde “simpáticos” hasta simplemente malvados. He encontrado varios forajidos extravagantes, como un tal José García, famoso en el Valle Bajo de Cochabamba durante los años 20. O un tal Primitivo Araníbar, también en el Valle Bajo, durante los años inmediatos a la posrevolución (quizá el último bandido del viejo estilo), cuya historia se encuentra en un testimonio del dirigente campesino Sinforoso Rivas, editado por José Gordillo. También, la criminalidad urbana moderna, como el caso del clan Renterías: avezados asaltantes en La Paz durante los años 20 y 30 que adquirieron gran fama y cuya historia parece una película, con fugas de cárceles y correrías inverosímiles pero reales. Igualmente sería chévere revisitar el famoso atraco de Calamarca. En fin, hay tanto que investigar. El problema son las fuentes, sobre todo para Cochabamba, donde los archivos dejan mucho que desear. Habría que re-leer el libro Bandoleros, salteadores y raterillos, de Antonio Paredes Candia, donde hay muchos casos alucinantes y desconocidos. Es una labor difícil, pero espero que tenga continuidad. 


FUENTE: Santiago Espinoza, La Ramona.