domingo, 19 de diciembre de 2021

El reinado del Vinilo, el disco que nuevamente se impone

Al disco de vinilo vive una nueva época de auge. En los tiempos que corren, en que para cualquier músico es importante tener presencia inmediata en las plataformas de streaming, también hay un público ávido por tener en sus manos su álbum favorito (o la rareza que se encuentra por casualidad) en ese formato analógico, que ya tiene más de 70 años y que fue relegado durante tres décadas por el disco compacto (en el primer trimestre de 2020 se vendieron más discos de vinilo que CD por primera vez desde 1986).

Santa Cruz no es la excepción, si hace unos cinco años conseguir buenos vinilos en la ciudad era cuestión de suerte o de tener ‘buenos contactos’, hoy hay más opciones: este año abrió una tienda dedicada a estos discos y hay varios grupos de WhatsApp de coleccionistas y ofertas en Marketplace.

Ronald Choque colecciona vinilos desde 1997. Ese año se compró su primer disco con la plata que le dieron por sus 15 años. “Mis primeros discos eran ediciones brasileñas, ya que en ese entonces eran un poco más económicas”, comenta Choque, cuyo material musical se centra en el heavy metal.

“Mis discos los conseguí de distintas formas. Desde el principio comprando en las tiendas de la calle Libertad, que eran las únicas que conocía en esos años. También conseguí discos en los ‘cachis’ y buscando a mi gusto en tiendas de libros y vinilos de El Alto. Recuerdo que de allá me traje tres discos sin tapa que tengo hasta hoy. También conseguí solo tapas de discos que siempre quería tener. Y desde que se pudo comprar online me pedí discos por ese medio”, explica este ejecutivo de ventas, que tiene entre sus “discos difíciles” uno de la banda brasileña Harppia. “También tengo bandas o músicos nacionales, como El amante gitano, disco de Gabriel Dávila, que era el guitarrista de la banda de heavy Metalmorfosis”.

Quincho Terrazas empezó recién: desde 2019 busca discos en diferentes lugares. “Empecé comprando en un grupo de ‘Melómanos’ de Whatsapp”, dice Terrazas. “Todo empezó cuando un amigo que tiene buenos equipos de sonido puso un disco de Elvis Presley. Sonaba bastante diferente, no tengo un gran oído pero aprecié la diferencia y mi amigo me explicó varias cosas. En casa aún se escucha vinilos. Mis padres tienen su tocadiscos y sus discos. 

Yo todavía pertenezco a una era no tan digital, crecí comprando casettes, CD, tratanto de tener originales. Durante la pandemia, con un grupo de personas empezamos a escuchar discos enteros y apreciarlos en toda su dimensión, desde las portadas, el orden de las canciones, etc. Ahí tomé conciencia de la importancia de los discos enteros, como obras de arte en su conjunto”, agrega Terrazas, que es psicólogo de profesión.

Terrazas no se considera un coleccionista, ya que para él los coleccionistas tienen cierta línea. “Coleccionan música nacional, rock, cumbias o folclore, o bien artistas particulares de los que tienen muchas ediciones, cosas raras, etc. No es mi caso. Yo voy comprando aquellos artistas que escuché mil veces en casettes o en la computadora y ahora quiero oírlos en ese sonido que grabaron, ver sus portadas, disfrutar sabiendo que están ahí y puedo ponerlos a girar”, señala Terrazas, quien entre sus discos ‘tesoros’ tiene varios de Maroyu, Los Brothers, Jimi Hendrix y Janis Joplin.

La artista Graciela González recibió su primer tocadiscos cuando tenía 18 años. “Fue un regalo de mi madrina por mi graduación, es un Phillips de los años 70. En ese momento heredé los vinilos de mis papás que estaban en la casa de mi abuelo y también empecé a comprar”.

Al momento de comprar un disco, González se fija en varias cosas: si conoce alguna canción en el disco o los artistas que tocan, si las mangas donde se guardan los vinilos son interesantes o si es música nacional que podría gustarle, y obviamente, que estén en buen estado. “Últimamente me atraen mucho los discos raros. El otro día encontré un vinilo de la música de Star Wars pero en versión funk que me gustó muchísimo. Me gusta no saber qué es lo que va a sonar cuando pongo el vinilo en el tocadiscos, que sea una sorpresa la primera vez que lo escucho”, agrega la artista.

“Lo que me gusta de los vinilos es que las canciones están hiladas unas con las otras, es el propósito que escuches el álbum entero, es también un ejercicio de paciencia. Además hay mucha música que existe en vinilos que no se encuentra en las plataformas de streaming, sobre todo si hablamos de música nacional”, menciona González, que, tiene entre sus discos favoritos discos de Brothers Johnson, Noe Guarabia y el grupo Uma. “Y uno que compré en El Alto por Bs 5, que cuando me fijé bien resultó ser de Elvis Presley. ¡Ah! ¡Y un disco de Gladys Moreno que encontré en Chile! Pero ese es más por los recuerdos del viaje y el asombro de como la música puede llegar a todos lados sin la necesidad del internet”.

La escritora Lucía Carvalho heredó los discos de su familia y ella sigue alimentando esa colección. Ella también va a Los Pozos a buscarlos o también aprovecha viajes a otras ciudades. “Me interesa que sean grabados originalmente en ese formato, para que se pueda apreciar esa técnica de grabación. A veces me dan ganas de tener discos nuevos por puro capricho estético (las portadas son bellísimas), pero al final me decido por discos grabados antiguos o grabados así”, comenta Carvalho.

Carvalho, que también es música, dice que el vinilo ofrece otro tipo de experiencia. “Primero, te aleja del celular o la computadora. Luego, la experiencia auditiva es muy distinta. Las razones me parecen muy similares a las de comprar un libro, por ejemplo. Podría tenerlo en digital pero también es lindo generar una relación física con el objeto; en el caso de los libros, hacerles anotaciones y en el caso de los vinilos cuidarlos, colocarlos en el tocadiscos, guardarlos”.

El disco más especial que posee es el Carpenters Vol. 3, que lleva una dedicatoria de amor escrita con lapicero.

Jhonnatan Tórrez generalmente compra sus discos en Internet. Dice que hay gente que vende vinilos pero que no sabe muy bien lo que están vendiendo. “Hay personas que tenían esos discos en los depósitos de la familia, los encontró de casualidad y lo terminan vendiendo en Internet. Yo me fijo mucho en eso, porque algunos están bien conservados”, señala Tórrez.

“No voy mucho a tiendas, porque en los últimos años ha habido un ‘hype’ del vinilo, la gente quiere comprar y no se da cuenta de que por el hecho de que sea viejo no quiere decir que sea caro. Hay gente que compra el disco como objeto, pero a mí me gusta escuchar, por eso para mí el sonido es importante. Si está dañado o mal conservado, no me interesa”, dice Tórrez, el sicoanlista.

“A mí me interesa mucho la música clásica, y hay muchos discos circulando de este género que son los que venían en revistas, que eran malas grabaciones, malos prensados y malos sonidos, lo que reduce mi rango de compra”, apunta Tórrez, que también busca vinilos en grupos de WhatsApp donde los rematan. “Si cumplen con los requisitos que me interesan, los compro”, dice Tórrez, que tiene entre sus discos favoritos un álbum de jazz de Dizzy Gillespie del 69, grabado en mono; y uno de Duke Ellington con otros músicos.


Dedicación. Quincho Terrazas busca sus joyas musicales desde 2019


Locales con discos

En abril de este año abrió en Santa Cruz la tienda Zurco. Se encuentra dentro del café Typica (calle La Plata # 8 de Equipetrol). Guido Ripamonti es el propietario y en 2020 había inaugurado una tienda en La Paz.

Ripamonti comenta que este proyecto nació “por culpa” de la pandemia. “Mi socio Sergio ‘Mosca’ Claros y yo tuvimos que cerrar nuestros negocios. Sergio era dueño de un bar y yo tenía un hotel. Tomando un café y hablando de cuánto tiempo estaríamos sin poder abrir nuestros negocios y cuánto tiempo duraría la pandemia, decidimos crear la tienda de música Zurco. Los dos somos melómanos de toda la vida”, indica Ripamonti.

“El negocio está funcionando”, dice Ripamonti, y agrega que ya hay muchos artistas bolivianos que empiezan a sacar su material musical en este formato, entre ellos Gustavo Orihuela, Octavia y próximamente Willy Claure.

La tienda Zurco cruceña la atiende Verónica Santa Cruz, quien comenta que se vende de todo, pero sobre todo los clientes van en busca de los clásicos del rock, como Pink Floyd, The Beatles, Led Zeppelin y Queen. En el catálogo se encuentran esos discos de siempre, pero también bandas y cantantes más jóvenes, desde Arcade Fire hasta Olivia Rodrigo y Taylor Swift. También hay discos nacionales, como la banda Buri Camba o artistas latinos (incluso alguno de Lucía Méndez).

Zurco trabaja directamente con distribuidoras de Estados Unidos, Argentina y Chile. Rey Vinyl México los nombró recientemente como representantes de todo su catálogo para Bolivia.

Hace un par de meses abrió en Santa Cruz el Café Bar Culto (calle Arenales) que entre sus atractivos tiene un espacio dedicado a los discos de vinilo. Hace poco tuvieron su primer evento con este material sonoro, cuando el músico paceño Ra Beat trajo su colección para ‘pinchar’ en vivo para los asistentes.

Pablo Miño es uno de los administradores de Culto y también es músico y artista. “Tenemos una pequeña colección que fuimos adquiriendo con el tiempo y lo que venimos proponiendo es rescatar el proceso de escucha, en cierta manera”, expone Miño. “El espacio está abierto a todo tipo de actividades que tengan que ver con el vinilo, tanto como para generar estas sesiones de escucha o reuniones de intercambio, y ¿por qué no? fiestas donde todo lo que suena salga de un disco girando”, menciona el líder de la banda La Luz Mandarina.

Y así, entre la nostalgia y la búsqueda de un sonido perfecto, el disco de vinilo se convierte otra vez en la sensación de los que saben disfrutar de la música.


Colección. La artista Graciela González heredó su primer tocadiscos

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