En el panorama del rock boliviano, pocas bandas han logrado cultivar
un misticismo tan particular como EZ, el trío cochabambino que en los
años noventa revolucionó la escena musical con una propuesta que
trascendía las fronteras del soft rock convencional. Su regreso en 2024,
después de casi tres décadas de silencio discográfico, marca no solo un
hito en su historia, sino también la reinvención de una banda que
siempre se caracterizó por su búsqueda de la excelencia sonora y la
profundidad lírica.
Corría 1992 cuando EZ irrumpió en la escena nacional con «UNO/ONE»
bajo el sello Mega Records, un álbum bilingüe que desafió las
convenciones del rock local con sus elaborados arreglos melódicos y
letras que navegaban entre lo íntimo y lo universal. El trío original,
conformado por Daniel Quiroga en la voz, William Castillo en la guitarra
y Christian Rodríguez en la batería, estableció rápidamente un estándar
de calidad que los catapultó a los primeros lugares de los rankings
nacionales. Queda en la
La disolución de la formación original en 1994 no significó el fin de
EZ, sino una metamorfosis. En 1998, con Christian Viscarra en las
guitarras y Samuel Montaño en los teclados, la banda emergió con
«Survivors» bajo el sello Forever Music Inc. Este álbum exploró
territorios más oscuros y contemplativos, abordando temas como la
nostalgia, el amor y la inexorable marcha del tiempo desde una
perspectiva distópica que anticipaba, de alguna manera, las
preocupaciones del nuevo milenio.
EZ, el regreso
Ahora, en 2024, EZ resurge y promete redefinir su sonido. La
formación actual incluye a Daniel Quiroga y Edgar Pol compartiendo las
voces principales y Christian Viscarra en las guitarras. Este retorno no
es una simple reunión nostálgica, sino la materialización de «The
Carnival Boulevard Project», un ambicioso concepto dividido en tres
capítulos que promete fusionar la esencia melódica que siempre
caracterizó a la banda con elementos de rock progresivo, alternativo,
postgrunge y música experimental.
La primera entrega de este proyecto, «Chapter I: Last Call», marca el
inicio de un viaje musical que se extenderá por los próximos años,
incorporando colaboraciones internacionales y una producción que abarca
estudios desde Irlanda hasta Japón. En esta entrevista exclusiva con
Escape, de La Razón, Daniel Quiroga nos revela los detalles de este
renacimiento artístico, las vicisitudes que han enfrentado en el proceso
de producción y la visión que impulsa este nuevo capítulo en la
historia de una de las bandas emblemáticas del rock boliviano.
¿Cómo se da el regreso de EZ?
Así como para Séneca la suerte es la confluencia de la preparación y
la oportunidad, el regreso de EZ a la escena nacional es, de algún modo,
análogo a la expresión popular que advierte el «encuentro del hambre
con las ganas de comer». En ese sentido, la reaparición de EZ tiene
mucho que ver con la naturaleza contestataria del rock y nuestra propia
conciencia sobre el estado de cosas en nuestro país y el mundo. Lo
dijimos —casi a título de manifiesto— en nuestra reciente campaña de
expectativa previa al lanzamiento de «They belong to the night»: «En
tiempos de confusión, el rock es el lenguaje de la insubordinación».
Y no es para nada un argumento pretencioso. No fuimos en los 90 les
enfants terribles del rock nacional, ni mucho menos, pero el proyecto
original de EZ distaba muchísimo de la balada rock que nos catapultó a
la fama (lo que sea que signifique eso para unos y otros) y quedaron
cosas por decir en el tintero… algo que parte del material del álbum
«Survivors» de 1998 resolvió parcialmente en la canción homónima y en
«Where is love» (que no es una canción de amor). Resumiendo: decidimos
volver porque creemos que hay cosas que deben ser dichas, y algunas de
ellas ya eran canciones constitutivas del Carnival Boulevard desde 1995.
¿Cuándo y cómo retomaron contacto los integrantes de la banda?
Si bien a mediados de los 90 se dio la disolución de la banda
original por tensiones internas, en un momento en que el rock mismo
estaba empezando a ser orillado en la anglosfera en beneficio de otras
formas musicales que podían producirse en serie con menos recursos y
esfuerzo, los integrantes de la banda actual no perdimos totalmente el
contacto después de la estrepitosa quiebra de Forever Music Inc., que
supuso la muerte en vida del álbum «Survivors» que grabamos en 1998. Por
supuesto, cierto distanciamiento y enfriamiento fue inevitable:
Christian (Viscarra) se avocó casi inmediatamente a la producción en
solitario del disco «Carne y piel» (Punto G, 2000), además de participar
como sesionista y arreglista en un sinfín de proyectos, y (Edgar) Pol
se mudó por motivos de trabajo primero a Inglaterra y finalmente a
Brasil, donde radica actualmente.
No obstante, nos dimos modos para continuar colaborando
esporádicamente en la producción de algunas maquetas y letras. Todo eso,
al menos hasta 2019, año en que el Carnival Boulevard, que fue un
proyecto sucedáneo al «Survivors», comenzó a tomar la ambiciosa forma
actual en nuestras cabezas. Lo cierto es que había demasiado buen
material como para ignorarlo, además del hecho de que fueron surgiendo
nuevas canciones que fueron inmediatamente incorporadas al setlist
original entre 2021 y 2022. Y eso, para nosotros, equivale a un
pistoletazo de salida para los 100 metros planos. Se interpuso la
pandemia en 2020, por supuesto, pero se retomó firmemente el proyecto a
fines de 2023, después de una seguidilla de eventos infortunados que nos
obligó a pensar la actual estrategia de producción. Viendo las cosas
tal y como son, solo nos tardamos 26 años en grabar juntos de nuevo.
Nótese en ello ausencia de fatalidad por nuestra parte.
¿Qué caracteriza este reencuentro?
En primera instancia, aunque no capitalmente, el cierre de una etapa
extremadamente larga en el tiempo, marcada por condiciones adversas que
siempre escaparon a nuestro control, empezando por la relación de
dependencia —ciertamente tóxica y esclavizante— de la banda con una
disquera (hablo de nuestra experiencia con Forever Music, diametralmente
opuesta a la de Mega Records) y la manera de producir “a la antigüita”
discos enteros (a un alto costo) con la esperanza de explotar al menos
un par de canciones antes de pasar a uno nuevo. Lo más importante,
empero, es haber podido retornar con las condiciones de calidad que nos
habíamos autoimpuesto desde el principio, tanto a nivel interpretativo
como de recursos técnicos que eran impensables o extremadamente
complejos y costosos de realizar tan solo un quinquenio antes. La
tecnología —el acceso a ella— ha sido un factor determinante.
¿Quiénes son los actuales miembros de EZ?
Edgar Pol y Daniel Quiroga en las voces (sí, dos leads vocales) y
Christian Viscarra en las guitarras y coros. Aunque nunca fue algo
intencional, EZ siempre fue un trío y la formación actual, por extraño
que parezca, no escapa a dicha condición. Eso en cuanto a los miembros
constitutivos de la banda y titulares de los derechos de autor.
¿Dos leads vocales?
Sí. Obedece a la estructura original de algunas de las canciones de
la etapa creativa intermedia del Carnival Boulevard; algunas de ellas
muy melódicas («I’ll be there», «A perfect day», «Younger love» o
«Hero») y otras definitivamente mucho más potentes, hablando en un
sentido sonoro («Emotions», «More than human» o «The catcher in the
rye», entre otras) desarrolladas de 1996 a 1999: letras complejas, canon
de voces e incluso con una suerte de diálogos («Misplaced childhood»).
No es de extrañar que todo ese material tenga también una base
intrincada de guitarras sin las cuales el proyecto se derrumbaría.
¿Cómo inició el proceso creativo del Carnival Boulevard?
El Carnival Boulevard obedece a un arco conceptual formativo de tres
etapas: la germinal, de 1995, partiendo de la versión original de «They
belong to the night» (se llamaba «We belong to the night»); la
intermedia, que se dio a la par de la producción del álbum «Survivors» y
cuyas principales canciones son las que acabamos de mencionar, pero el
proyecto terminó siendo definido por un último grupo de canciones,
producido entre 2018 y 2020 («People», «Don’t let me down» y «Hello»).
Claro está, todo este material es apenas una parte de lo que implica
realmente «The Carnival Boulevard Project»; algo así como 36 canciones
distribuidas en tres capítulos/discos: «Chapter I — Last call», «Chapter
II — Man in the middle» y «Chapter III — Chain reaction». Lo más
importante, empero, es el concepto sonoro, el hilo de Ariadna que
permite seguir el trayecto evolutivo del Carnival Boulevard desde el
bluegrass, el blues rock y el rock progresivo orgánico hacia el
alternativo con reminiscencias postgrunge e inclusiones indie,
electrónica y sonido experimental. Es todo un viaje, literalmente.
¿De qué elementos consta el proyecto?
No los llamaría elementos. El Carnival Boulevard tiene objetivos
finales de sonido, color y forma. Está pensado para llevar a EZ del
stage band tradicional hacia una puesta en escena más elaborada y rica
en contenidos (incluidas las coreografías) a medida que el proyecto
evolucione hacia su espectro más impresionista. Creemos que el Carnival
Boulevard no solo debe escucharse, sino verse y sentirse de cierta
manera. Es algo que buscábamos producir ya en 1997, antes de recibir la
oferta de Forever Music Inc. que nos llevó a grabar el «Survivors» e,
indirectamente, a esperar 26 años para retomarlo (para ser justos, mucho
del Carnival Boulevard no era técnicamente lograble en los 90).
La ‘idea’ detrás del Carnival Boulevard se encuentra a simple vista
en la portada del álbum: un duende —“El Cuz”, un kusillo, el Dionisio
andino—, esperando con su guaripola a la entrada de un gueto en una
distópica metrópoli de estética cyberpunk
(a lo Blade Runner), presto a transitar entre mundos en una noche de
carnaval. No es difícil percibir el nivel de hibridación etnocultural
implícito.
¿Qué incidentes demoraron el lanzamiento de Carnival Boulevard y obligaron a un ajuste en la estrategia?
¡Oh!, el dedo en la llaga. El primer incidente fue la pérdida total
de los tracks de guitarra ya grabados de las canciones que habían
surgido en el periodo 2018-2020 («People», «Don’t let me down» y
«Hello») a raíz de un volcado defectuoso de los discos duros de nuestro
estudio privado (Vértigo S.R.L.) a una máquina nueva. Curiosamente,
todos los registros CPR permanecieron intactos, mas no las pistas de
audio que, a la postre, fueron imposibles de recuperar.
El segundo incidente vino a raíz del primero. La declaración de
pandemia en marzo de 2020 nos obligó a prescindir del estudio para
avanzar en la producción y por ese motivo reiniciamos ésta (al menos
toda la síntesis digital) en casa. Lo que no pudimos anticipar fue un
ataque online de ransomware ruso que encriptó totalmente la máquina con
el virus .copa y de ese modo se perdió irremediablemente un total de 9
canciones («They belong to the night», reediciones del Uno/One, el
Survivors, más dos temas inéditos de la época germinal de la primera
banda, de 1993: «Say no» y «Love isn’t easy»).
El tercer y último incidente se dio a principios de 2023. Habíamos
empezado a regrabar en el estudio La Manzana, propiedad de nuestro
ingeniero de grabación y mezcla, Carlos Condori, los tracks
instrumentales de las canciones «They belong to the night», «People»,
«Don’t let me down» y «Hello» mientras Pol grababa sus líneas en Brasil y
Paola (nuestra corista) en Buenos Aires… y exactamente el mismo
ransomware inutilizó por completo la computadora central del estudio.
Carlos recurrió incluso a la informática forense para intentar recuperar
terabytes de material de todos sus clientes (incluido EZ), pero fue
infructuoso.
A partir de ese momento reajustamos la estrategia de producción a
lanzamientos bimestrales de los cortes y contratamos una agregadora
mundial (Symphonic) para la distribución y manejo del Carnival Boulevard
(inclusive en China), además de consolidar un modelo de producción que
involucra a estudios y músicos de primerísimo nivel de Irlanda, Italia,
Inglaterra, Estados Unidos, Argentina, Bielorrusia, Japón y Senegal.
Parte del material se mezclará en España e Inglaterra y otra gran parte
en Bolivia. La calidad del audio es crítica para nuestro trabajo y, sin
duda, «They belong to the night» es una muestra del nivel alcanzado.
Estamos muy emocionados con los resultados. Falta ver la respuesta de la
crítica, tanto a nivel musical como social y, por qué no, política a la
denuncia que hacemos en «They belong to the night». Eso es
responsabilidad directa de los medios, de la sociedad y de sus
instituciones.
¿Qué tiempo en total se prevé que lleve el proceso?
Cinco años, a partir de ahora. Es posible que el proyecto se acelere
en algún momento, pero al menos el primer capítulo («Last Call»), tal y
como está planificado (lanzando un corte cada dos meses), alcanzaría
fácilmente el umbral de 2026. Dependerá en cierta medida de la respuesta
del público. No es una programación monolítica. Parte de los capítulos
dos y tres («The man in the middle» y «Chain reaction») serán publicados
en simultáneo (principalmente reediciones, debidamente reubicadas en el
espectro sonoro de una puesta en escena mayor).
Sobre la propuesta musical de Carnival Boulevard, ¿cómo dialoga lo último de EZ con su producción anterior?
Es el corazón mismo del proyecto. Algunas canciones del Uno/One de
1992 ya eran —sin saberlo— conceptual e ideológicamente candidatas a
formar parte del Carnival Boulevard («No man’s land» y «Song for a
lonely soldier», por ejemplo, aunque requieran un tratamiento
instrumental y tímbrico muy particular para expresarse al completo). Lo
mismo puede decirse de «Where is love» y «Survivors» del álbum homónimo
de 1998. En cuanto a letras, a una cierta amalgama temática, no hay
donde perderse. Sin embargo, el Carnival Boulevard debe entenderse desde
su poética musical: esa en la que su síntesis sonora sea capaz de
producir significado a partir de dos elementos autogénicos: la propiedad
acústica de sus elementos y el concepto creativo bajo el cual se
ordenan, algo ligeramente complejo de explicar en palabras hasta que
escuchas «They belong to the night» y eres capaz tanto de aislar
auditivamente cada elemento como de entender su razón de ser en el
conjunto, además de la estructura progresiva misma de la canción.
¿Qué continuidades hay y qué rupturas también? ¿Cuál es el concepto musical al que aspira el Carnival Boulevard?
La continuidad está dada por el estilo melódico y cálido tradicional
de EZ, así como las temáticas que abordamos. No obstante, venimos
buscando una mayor potencia sonora. Las rupturas merecen mención
especial. Ciertas canciones (del Uno/One y del Survivors) serán
definitivamente dadas de baja y tenemos un acuerdo interno implícito de
no transitar de nuevo por ciertos caminos. No tenemos tiempo para ese
tipo de rodeos, así que dirigiremos nuestros esfuerzos productivos y
creativos al núcleo del Carnival Boulevard: su propuesta conceptual y
sus conectores con las nuevas generaciones, lo cual implica balance de
contenido y vehículo expresivo: el sonido y el beat.
¿Cómo se prevé desarrollar la promoción de Carnival Boulevard?
Mediante una combinación de acciones de comunicación vía redes
sociales, plataformas de music streaming, presentaciones esporádicas en
vivo, podcasts, etc. Los medios y los mecanismos están ahí, sin duda. No
obstante, lo principal siempre será la defensa en vivo del material. No
quisiéramos adelantarnos a nada, pero debemos confesar que sería ideal
lanzar el tour a fines de 2025.
FUENTE: Pablo Deheza, La Razón