Pero todo pasa, algún momento tenía que pasar, y todo indica que ya estamos bajo esa “nueva normalidad”. Ya nos vemos, nos tocamos, charlamos y nos abrazamos, nos tomamos un trago, reímos y tratamos de mirar hacia adelante, casi sin querer mirar atrás. Dentro de todo este retorno, en cuanto a música, ya hemos visto a nuestros músicos sobre los escenarios; tal vez, en las primeras oportunidades, en formatos acústicos y desde hace unas semanas ya con la electricidad que se reclamaba. Y sucedió, por fin, sucedió: en los últimos cinco meses dentro de lo que es el rock cochabambino, hemos podido presenciar los regresos de, prácticamente, todas las bandas más importantes tanto del rock, como del metal y del underground y estas, por supuesto, son excelentes noticias. La música nos ayuda a estar vivos y nos recuerda que lo estamos; al menos a quienes sentimos a este arte como parte misma de nuestro ser.
¡Momento!, ¿dije todas?, ¡pues no!, obviamente faltan todavía muchas a las cuales esperamos. Pero una en particular, debido a su experiencia, antigüedad y, sobre todo, porque siempre la hemos visto como cronistas de la noche y de la amistad, era “la que faltaba” para que terminemos de convencernos que todo ha pasado y que, si todavía tenemos alguna bronca, desesperación o euforia reprimida, ha llegado el momento de sacarla, a puro rock y a puro Cartel Afónico.
Dos años han pasado desde la última vez que “Los Carteles” pisaron un escenario, y ahora están listos para volver. Pero eso no es todo. Si bien el regreso de la banda es, de por sí, ya un agasajo, el regreso de uno de sus miembros más importantes lo hace aún más grandioso. A ver, Steve Camargo, quien empezó en la banda como saxofonista y después de varios cambios se adueñó del bajo y fue parte importantísima de la composición en la banda, principalmente en la lírica, y se había despedido de Cartel hace cinco años… ¡volvió! Su puesto había sido cubierto –muy satisfactoriamente– por músicos muy capaces y talentosos; pero siempre se sintió que Cartel estaba ch’ulla, como esos taxis que pinchan un neumático y le ponen una llanta, habitualmente de aro amarillo, que no es del aro original. Camina, pero le falta fuerza y tracción.
Pero el sentido de pertenencia pudo más. La amistad, la química, “el amor es más fuerte”, como diría Ulises Butrón. En cuanto se anunció el regreso de Camargo a la banda, empezó la cuenta regresiva. El regreso de Cartel no era solo un pedido, un deseo popular… era una demanda, una necesidad.
Fotos de por medio y trabajo de redes, llegó la noticia que esperábamos todos: los ensayos habían empezado, y cualquiera con al menos dos dedos de frente, sabe perfectamente que, si los ensayos han empezado, el regreso es inminente. Las fechas elegidas fueron el viernes 3 y el sábado 4 de junio en La Tirana Bar de Cochabamba. Cartel vuelve, tal vez con la formación más sólida en muchos años: Luigi Baudoin en guitarra y voz principal, Steve Camargo en el bajo y voces, Gian Soligno en guitarra y voces, y Mario “Choro” Morales en batería y voces.
Cartel Afónico es un reflejo de las broncas, frustraciones, enojos, iras, pero también es una fiesta, una celebración, casi un ritual. La química que existe entre estos cuatro individuos exhala tanta energía que es imposible quedar indiferente ante un concierto de “Los Carteles” que, seguramente, ofrecerá una revisión de sus tres discos hasta la fecha, más alguna canción nueva, como lo han anunciado. Lo único que necesitaba el público rockero cochabambino es que Cartel Afónico salga de su pausa para saber que todo ya está bien, completamente bien. Cartel Afónico ha vuelto, y eso significa que hemos vuelto todos. ¿Cómo no celebrarlo?
FUENTE: Ariel Antezana en La Trini
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