Desde 2017 comenzó en una actividad que fue amplificándose de modo paulatino, hasta materializarse en uno de los encuentros más tradicionales del circuito de venta de discos de la capital, la feria Vinilo Garage, con distintas sedes, reuniendo también a otras tiendas de la escena y que ha encontrado su espacio más habitual cerca de una vez al mes en el bar de cervezas 236 Beer Garden, del barrio Bellavista.
Pero, como la iniciativa es nómade, este sábado 18 se levantará en otro reducto, la sanguchería El Pandrino (Av. Macul 5837, a pasos del metro Macul, de 11 a 19 horas), donde se congregarán nueve expositores que pondrán a la venta lo mejor del mundo de los acetatos. Además, con un invitado en vivo: el grupo La Pozze Latina (entrada gratuita).
La escalada del propio emprendimiento de Gutiérrez es parte del explosivo furor que vive el negocio de los vinilos en el país, con tiendas cada vez más especializadas, diversas y tan actualizadas como cualquiera de otras latitudes del planeta, algunas instaladas en recintos fijos -Sonar, Respect, Needle, Kali Yuga Distro, Al Toque Records, Funtracks, Larga vida al vinilo o las mismas del persa Bío Bío- y otras viviendo a través del universo digital, como es el caso de Vinilo Garage, además de Llegando los monos, Vinilos Cult, Vinilos x Mayor y SVinilos.
Aquí, Gutiérrez -que también es embajador de la marca audiófila Gold Note en el país- descifra sus propias historias, relatos y revelaciones en un gusto que siempre parece irrefrenable, insaciable e infinito, probablemente representando en su historial a cientos de fanáticos que se emocian a diario cuando la aguja cae sobre nuestro álbum de cabecera.
-¿Cómo empezó tu pasión por coleccionar vinilos?
Comenzó de muy pequeño, ya que en casa con mis padres y mi hermano Gonzalo escuchábamos mucha música, principalmente casetes y discos de vinilo. Afortunadamente, mi papá Alfredo, quien dicho de paso fue radioprogramador en la Radio de la Universidad Técnica del Estado en su época universitaria, también tiene esta afición musical desde niño, por lo que podemos decir que esta pasión es algo heredable, y lo estoy viendo yo también con mis dos hijos. Así es como en casa giraban discos de Led Zeppelin, Focus, Deep Purple, The Police, Camilo Sesto y mucho Inti-Illimani.
De adolescente me encanté sin embargo más con el casete, porque estaba de moda y teníamos por primera vez el poder supremo de copiar álbumes o grabar de la radio, además de echar tus audífonos y llevar contigo tus cintas a todos lados gracias al Walkman. Fue ya en la universidad que me hice de un tocadiscos propio y comencé a armar mi colección más personal, pero llegó un minuto en que la música que escuchaba en esa época recién estaba saliendo hace poco en formato vinilo.
Ahora mismo que contesto esta entrevista estoy escuchando por primera vez en vinilo el Valentín Alsina de 2 Minutos, salido hace tan solo días y es algo que me retrotrae a tiempos en que pasaba más en tocatas que en fiestas. Ojalá la industria no hubiera parado jamás porque hubiese sido feliz teniendo en vinilo discos de Fiskales Ad-Hok o Supersordo. Lo bonito de este formato es que te abre la paila a escuchar nuevos sonidos y ritmos, y así es como hoy en mi colección encuentras discos de Michael Jackson, Coltrane, Los Blops, Chacalón y Yo La Tengo.
-¿Cómo y por qué diste el siguiente paso: vender vinilos e involucrarte en este negocio? ¿Desde cuándo?
Nació en el año 2017 de la mano de mi mejor amigo que es Andrés Zúñiga, hoy director de Extensión de la Usach y del Sello Aula Records, quien se contactó con el refundador del mítico sello peruano Discos Horóscopo y comenzamos así a traer las reediciones que comenzaron a salir ese año de esta discográfica, que se le considera uno de los sellos de música chicha o cumbia psicodélica más importante de Latinoamérica en la década de los ochenta.
Fuimos así los primeros que comenzamos a vender estos discos con él único propósito de conseguir todos estos títulos gratis y además tener un ingreso extra, que siempre viene bien para seguir comprando música. Luego con los años poco antes del estallido social, me quedé sin trabajo y mi única salida fue echar mano a mis discos. Comencé con un pequeño puesto en una feria muy bonita que se llamó Viva La Vintage y que se ponía en el Drugstore dos veces al mes, hasta que decidí crear mi propia feria que lleva el mismo nombre de lo que es hoy mi disquería Vinilo Garage.
Y es que de alguna forma el sueño de tener una disquería lo tuve siempre. En mi calidad de periodista puedo decir que mucho antes, en 2014, creé un canal en redes sociales para difundir la cultura del vinilo, lo que también decantó en una página web de noticias de música análoga que es vinilogarage.cl.
-¿Cuál es el grupo o artista que más te piden a la hora de comprar vinilos?
Es súper relativo, porque como está tan convulsionado el mercado y la producción de nuevos discos y reediciones varias, va dependiendo del disco que esté moda. Así es como hoy lo que más piden es Dua Lipa, a raíz del notición de su debut en Chile el próximo año. Misma cosa ocurrió cuando apareció la reedición de Confort y Música para Volar de los Soda, o Locura de Virus. Para qué decir de Finally, el soundtrack de la serie manga Evangelion, título del cual creo que alcancé a vender cerca de 100 unidades.
Siempre trato de traer música distinta, como dub, bossa, jazz, punk, krautrock, indie o música afro, lo que me permite poder recomendar y sacar del metro cuadrado al cliente que viene a pedirte los discos típicos como sería un Dark Side of The Moon, disco que no puede faltar en mi catálogo. Al final te das cuenta que la mayoría o gran parte son personas que están comenzando a coleccionar vinilos y su lógica va por el lado de conseguir en este formato toda esa música que escuchan desde siempre, pero pocos se atreven a abrirse a nuevos géneros, y es ahí donde procuro apuntar.
-¿Cuál es el disco que más te piden?
En los últimos dos años ha existido un boom de reediciones de discos argentinos, y en ese ámbito lo que siempre piden es Canción Animal de Soda Stereo, Bocanada de Cerati, Locura de Virus y Jardín de los Presentes de Invisible. Por supuesto que hay muchos otros, dentro de los que puedo mencionar Ten de Pearl Jam, Violator de Depeche Mode y Appetite for Destruction de Guns & Roses.
Eso en cuanto a reediciones, porque en el caso de los discos de época japonés, rubro en el cual he tenido la suerte de ir especializándome, lo que más traigo es The Beatles y Led Zeppelin, King Crimson, Deep Purple y Pink Floyd. Y es que cuando se trata de rock clásico, ahí el coleccionista es exigente, y pese a que las reediciones de Dark Side of The Moon o Animals de los Floyd salieron remasterizadas con un excelente sonido, igualmente prefieren la edición de época, mejor aún si es una edición japonesa y muy bien cuidada. El plus es que los entrego lavados con ultrasonido, de manera de garantizar calidad de audio.
-Cuándo empezaste en el rubro, ¿te planteaste alguna especialidad que se mantenga hasta hoy, algún tipo de género que te guste más que otro?
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Uno siempre quisiera de este lado de la vereda poder influenciar con sus gustos musicales al resto, y eso busco a la hora de ofrecer mis discos. Y es porque yo agradezco hasta el día de hoy por ejemplo cada disco que compré durante mucho tiempo a uno de los coleccionistas más respetados como es Hugo Chávez. Él siempre estaba trayendo música que salía de lo habitual, y fue así como mi colección de krautrock se fue acrecentando con las recomendaciones que me entregaba el Hugo, quien suele traer verdaderas joyas. Hablamos de elepés mal llamados “discos raros”, pero son esas rarezas las que te van abriendo tu cultura musical. Por eso mismo tengo en mi catálogo bandas como Kraftwerk, Brinticket, Harmonia, o bandas psicodélicas chilenas como The Ganjas, Follakzoid o A Full Cosmic Sound, que son del sello BYM Recods.
Cuando me consultan por un disco de Los Jaivas, yo les digo, ¿Conoces Arco Iris?. O cuando preguntan por música brasileña les digo, “tengo este disco de Azimüth”, o “¿conoces a Marcos Valle?”. Es difícil plantearse como disquería especializada porque uno vive de esto y necesita cubrir la demanda de gustos que es muy transversal, pero ya que me preguntas yo me especializaría en música latina, jazz, afro y psych rock.
-¿Se puede saber cuál es el álbum más caro que has vendido?
El último disco caro que vendí fue un Abbey Road, edición japonesa completa con OBI e insert en versión picture disc, que lo solté en $70,000. Pero el disco más caro no lo vendí acá en Chile sino que fue a dar a manos de un coleccionista italiano en Milán y que vendí por Discogs. Fue una edición mint de Así Habló el Computador del chileno José Vicente Asuar. Lo publiqué acá en Chile pero me llevé hasta insultos porque lo oferté a un módico precio de $300.000. Hablamos de un disco de 1979 con un tiraje de tan solo 150 copias según entiendo, y autoproducido por quien es considerado el padre de la música electroacústica con reconocimiento en Chile y Latinoamérica. Finalmente lo abrí al mercado internacional y lo vendí en menos de una semana por 500 dólares.
-¿Cuáles son las grandes joyitas o los discos más preciados que hoy tienes en venta?
Tengo un par de copias de Verano Fatal, Tu Labio Superior y La Joven Dolores de Christina Rosenvinge, artista que me gusta muchísimo. Pero si miras con detención el catálogo encontrarás reediciones de álbumes cumbieros como Cera Perdida de Frente Cumbiero, o Tesura de Fruko y sus Tesos. Para los más juveniles me queda una copia de una banda emo indie rock que me gusta muchísimo y que es Hey Mercedes, con su reedición extendida de vinilos coloreados de su clásico de 2001 Everynight Fire Works. Puede que suenen desconocidos para la mayoría, pero para mi son joyas que por supuesto escucho en mi casa y que recomiendo a los más busquillas.
-¿Cuál es la máxima rareza que has tenido en venta?
Cuando encargo discos japos han aparecido cosas increíbles, y que por lo mismo no he pagado poca plata con tal de traerlas a Chile. Una de ellas fue una edición promo del año obviamente, del compilado The Beatles/1967-1970. Estaba completa, con todos sus inserts, OBI y como nuevo. Los discos eran de un azul bellísimo, y lo increíble que apareció una segunda vez, misma edición, mismo estado, y ese se quedó en mi mueble de discos. Cuesta desprenderse de joyas como esas. Para qué decir de cuando he tenido en mis manos y puesto en venta primeras ediciones japonesas de Led Zeppelin II o Revolver de los Beatles, cuyo vinilo es color rojo transparente, es muy cotizado en discogs y el sonido es otra cosa.
-¿Hay algún tipo de cliente que te resulte particularmente agotador en las ferias de vinilos o también cuando vendes por la web? (el que pregunta mucho y no se lleva nada, el que insiste con rebajas, el que busca ediciones demasiado específicas)
Yo debo confesar que me molesta cuando te insisten por rebajas. Piensa que hay discos por los que marginas entre $6,000 o $8,000, otros más, pero descontar mil pesos por un solo disco no cae bien, porque a fin de cuentas es el sueldo de uno. Uno trabaja buscando discos, importando, explorando nuevos proveedores dentro y fuera de Chile, e invirtiendo constantemente.
Yo me pregunto si cuando van al supermercado se atreverían alguna vez de pedir rebaja en el precio final de la boleta a la cajera. Sé que puede sonar impopular, pero ¿por qué debe uno subvencionar el placer de otros? Es cierto, yo no vendo algo que me es ajeno, y cuando viene un comprador yo me relaciono con él como melómano y no otra cosa. pero por lo mismo soy el primero en reconocer que los discos hoy por hoy están demasiado caros. Con todo, yo nunca he pedido descuentos, que recuerde al menos.
-Vendes también discos japoneses. ¿Cuál dirías que es la principal diferencia entre esas ediciones y las más “normales”?
Los japoneses como sabemos son capos en todo, y por ende su fabricación de vinilos en la época dorada del vinilo no es la excepción. Por lo tanto, en general los discos japoneses tienen fama de tener muy buen sonido, pero lo que los hace un objeto apetecido por coleccionistas también va por su presentación, el característico Obi, y los inserts que suelen traen. Son ediciones muy completas en ese sentido, no hay mucha discusión en ese aspecto. Donde sí la hay es en el audio, porque si vamos al plano audiófilo, se advierte por una parte en muchas ediciones japonesas de música occidental un bajo nivel de ruido de la pasta en sí, con un gran detalle musical, pero se puede percibir también una pérdida de energía de las notas más bajas. No es algo significativo, pero si tienes buenos equipos de sonido puede llegar a notarse.
Ahora puedo decirte que acabo de comprar en Gira2.cl mi primera copia del prestigioso sello de jazz nipón Three Blind Mice, el clásico Midnight Sugar. Un vinilo exquisito con calidad HQ, disco 100% premium y cuyo sonido me impactó. En la parte superior de la carátula se puede leer la leyenda “Pure Sound Of Real Jazz”, es decir… puro placer!
-¿Tienes tu colección personal de discos? ¿Cuántos discos hay ahí y cuáles son tus dos a tres favoritos?
En mi colección personal deben haber unos 2500 discos, varios box sets y cerca de 300 singles de 7″. Entre mis discos favoritos puedo mencionarte Tago Mago de Can; Benzaiten de Osamu Kitajima; y una de mis joyas más preciadas: el boxset de Mars Volta que titularon La Realidad de los Sueños. Una caja atómica con todo lo que grabó la banda y de la cual solo sacaron 5 mil copias a nivel mundial. El box se agotó en cosa de horas y tuve la fortuna de comprar dos unidades, una para mí y otra para mi hermano.
-¿Cuál es el disco que te encantaría tener en tu colección y que aún no posees?
El disco homónimo de Florcita Motuda, de la cual no existe reedición y fue autopublicado por Florcita en 1977.
FUENTE: La Tercera
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