jueves, 21 de noviembre de 2024

Murió Willy Quiroga, cantante de Vox Dei

Willy Quiroga, el legendario cantante y bajista de Vox Dei, murió este jueves a los 84 años en el Sanatorio de la Trinidad de Quilmes, su patria chica por elección. La noticia fue confirmada a Teleshow por su representante. En agosto pasado, había anunciado su retiro de los escenarios por una enfermedad que le impedía seguir actuando. Fue declarado personalidad destacada de la cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y ciudadano ilustre del municipio del sur del conurbano. Pero su gran conquista fue la de los corazones de varias generaciones de fanáticos, que animaron fogones, viajes y vueltas de long plays con sus canciones y hoy lo elevan a la estatura de leyenda.

Lideró Vox Dei durante más de cinco décadas, convirtiéndose en el grupo más longevo de los surgidos en los primeros años de rock argentino. Allí formó una inolvidable dupla creativa con Ricardo Soulé y editaron discos como CalienteJeremías, pies de plomo y La Biblia, un álbum conceptual que se convirtió en uno de los trabajos fundamentales del rock argentino. Fue el único miembro que estuvo en todas las formaciones de la banda, con la que registró 18 trabajos, entre material de estudio, en directo y reversiones.

La noticia se difundió en el perfil oficial del artista: “Lamento informar que falleció Willy Quiroga. Su partida deja un vacío irreparable en nuestros corazones y recordaremos siempre su música y fortaleza”, dice el breve comunicado publicado en Instagram. ”Su amor, sabiduría y generosidad inspiraron a muchos y su memoria vivirá en nosotros. ¡Hasta siempre Willy! 17/05/1940 - 21/11/2024″, cierra la publicación, en la que reflejan la vida del bajista en dos imágenes: una de su juventud, junto a un perro, y otra de los últimos años, con su inconfundible boina y su campera de cuero.

De inmediato, la publicación se convirtió en un improvisado obituario virtual, con ofrendas de emoción y gratitud por su obra y su inmenso legado. Una de las primeras en manifestarse fue la cantante Victoria Soulé, hija de Ricardo, su histórico compañero en Vox Dei. “Te amo, Willy, por siempre. Aplauso de pie y ovación eterna, maestro”, escribió la artista en la sección de comentarios. También compartió el posteo del comunicado en las historias de su perfil y expresó: “Willy… Ovación al maestro…. Duele el corazón”.

El comunicado del adiós

El 16 de agosto pasado, el bajista subió a sus redes sociales un video en el que le contaba a sus seguidores su problema de salud: “Hola, amigos. Desgraciadamente, tengo que darles una noticia que jamás quise dar. A mis 84 años, con todas las ganas de continuar, me ha aparecido una enfermedad que no me permite cantar, ni tocar y continuar con la banda”.


FUENTE: infobae

EL REGRESO DE EZ

En el panorama del rock boliviano, pocas bandas han logrado cultivar un misticismo tan particular como EZ, el trío cochabambino que en los años noventa revolucionó la escena musical con una propuesta que trascendía las fronteras del soft rock convencional. Su regreso en 2024, después de casi tres décadas de silencio discográfico, marca no solo un hito en su historia, sino también la reinvención de una banda que siempre se caracterizó por su búsqueda de la excelencia sonora y la profundidad lírica.

Corría 1992 cuando EZ irrumpió en la escena nacional con «UNO/ONE» bajo el sello Mega Records, un álbum bilingüe que desafió las convenciones del rock local con sus elaborados arreglos melódicos y letras que navegaban entre lo íntimo y lo universal. El trío original, conformado por Daniel Quiroga en la voz, William Castillo en la guitarra y Christian Rodríguez en la batería, estableció rápidamente un estándar de calidad que los catapultó a los primeros lugares de los rankings nacionales. Queda en la

La disolución de la formación original en 1994 no significó el fin de EZ, sino una metamorfosis. En 1998, con Christian Viscarra en las guitarras y Samuel Montaño en los teclados, la banda emergió con «Survivors» bajo el sello Forever Music Inc. Este álbum exploró territorios más oscuros y contemplativos, abordando temas como la nostalgia, el amor y la inexorable marcha del tiempo desde una perspectiva distópica que anticipaba, de alguna manera, las preocupaciones del nuevo milenio.

EZ, el regreso

Ahora, en 2024, EZ resurge y promete redefinir su sonido. La formación actual incluye a Daniel Quiroga y Edgar Pol compartiendo las voces principales y Christian Viscarra en las guitarras. Este retorno no es una simple reunión nostálgica, sino la materialización de «The Carnival Boulevard Project», un ambicioso concepto dividido en tres capítulos que promete fusionar la esencia melódica que siempre caracterizó a la banda con elementos de rock progresivo, alternativo, postgrunge y música experimental.

La primera entrega de este proyecto, «Chapter I: Last Call», marca el inicio de un viaje musical que se extenderá por los próximos años, incorporando colaboraciones internacionales y una producción que abarca estudios desde Irlanda hasta Japón. En esta entrevista exclusiva con Escape, de La Razón, Daniel Quiroga nos revela los detalles de este renacimiento artístico, las vicisitudes que han enfrentado en el proceso de producción y la visión que impulsa este nuevo capítulo en la historia de una de las bandas emblemáticas del rock boliviano.

 ¿Cómo se da el regreso de EZ?

Así como para Séneca la suerte es la confluencia de la preparación y la oportunidad, el regreso de EZ a la escena nacional es, de algún modo, análogo a la expresión popular que advierte el «encuentro del hambre con las ganas de comer». En ese sentido, la reaparición de EZ tiene mucho que ver con la naturaleza contestataria del rock y nuestra propia conciencia sobre el estado de cosas en nuestro país y el mundo. Lo dijimos —casi a título de manifiesto— en nuestra reciente campaña de expectativa previa al lanzamiento de «They belong to the night»: «En tiempos de confusión, el rock es el lenguaje de la insubordinación».

Y no es para nada un argumento pretencioso. No fuimos en los 90 les enfants terribles del rock nacional, ni mucho menos, pero el proyecto original de EZ distaba muchísimo de la balada rock que nos catapultó a la fama (lo que sea que signifique eso para unos y otros) y quedaron cosas por decir en el tintero… algo que parte del material del álbum «Survivors» de 1998 resolvió parcialmente en la canción homónima y en «Where is love» (que no es una canción de amor). Resumiendo: decidimos volver porque creemos que hay cosas que deben ser dichas, y algunas de ellas ya eran canciones constitutivas del Carnival Boulevard desde 1995.

¿Cuándo y cómo retomaron contacto los integrantes de la banda?

Si bien a mediados de los 90 se dio la disolución de la banda original por tensiones internas, en un momento en que el rock mismo estaba empezando a ser orillado en la anglosfera en beneficio de otras formas musicales que podían producirse en serie con menos recursos y esfuerzo, los integrantes de la banda actual no perdimos totalmente el contacto después de la estrepitosa quiebra de Forever Music Inc., que supuso la muerte en vida del álbum «Survivors» que grabamos en 1998. Por supuesto, cierto distanciamiento y enfriamiento fue inevitable: Christian (Viscarra) se avocó casi inmediatamente a la producción en solitario del disco «Carne y piel» (Punto G, 2000), además de participar como sesionista y arreglista en un sinfín de proyectos, y (Edgar) Pol se mudó por motivos de trabajo primero a Inglaterra y finalmente a Brasil, donde radica actualmente.

No obstante, nos dimos modos para continuar colaborando esporádicamente en la producción de algunas maquetas y letras. Todo eso, al menos hasta 2019, año en que el Carnival Boulevard, que fue un proyecto sucedáneo al «Survivors», comenzó a tomar la ambiciosa forma actual en nuestras cabezas. Lo cierto es que había demasiado buen material como para ignorarlo, además del hecho de que fueron surgiendo nuevas canciones que fueron inmediatamente incorporadas al setlist original entre 2021 y 2022. Y eso, para nosotros, equivale a un pistoletazo de salida para los 100 metros planos. Se interpuso la pandemia en 2020, por supuesto, pero se retomó firmemente el proyecto a fines de 2023, después de una seguidilla de eventos infortunados que nos obligó a pensar la actual estrategia de producción. Viendo las cosas tal y como son, solo nos tardamos 26 años en grabar juntos de nuevo. Nótese en ello ausencia de fatalidad por nuestra parte.

¿Qué caracteriza este reencuentro?

En primera instancia, aunque no capitalmente, el cierre de una etapa extremadamente larga en el tiempo, marcada por condiciones adversas que siempre escaparon a nuestro control, empezando por la relación de dependencia —ciertamente tóxica y esclavizante— de la banda con una disquera (hablo de nuestra experiencia con Forever Music, diametralmente opuesta a la de Mega Records) y la manera de producir “a la antigüita” discos enteros (a un alto costo) con la esperanza de explotar al menos un par de canciones antes de pasar a uno nuevo. Lo más importante, empero, es haber podido retornar con las condiciones de calidad que nos habíamos autoimpuesto desde el principio, tanto a nivel interpretativo como de recursos técnicos que eran impensables o extremadamente complejos y costosos de realizar tan solo un quinquenio antes. La tecnología —el acceso a ella— ha sido un factor determinante.

¿Quiénes son los actuales miembros de EZ?

Edgar Pol y Daniel Quiroga en las voces (sí, dos leads vocales) y Christian Viscarra en las guitarras y coros. Aunque nunca fue algo intencional, EZ siempre fue un trío y la formación actual, por extraño que parezca, no escapa a dicha condición. Eso en cuanto a los miembros constitutivos de la banda y titulares de los derechos de autor.

¿Dos leads vocales?

Sí. Obedece a la estructura original de algunas de las canciones de la etapa creativa intermedia del Carnival Boulevard; algunas de ellas muy melódicas («I’ll be there», «A perfect day», «Younger love» o «Hero») y otras definitivamente mucho más potentes, hablando en un sentido sonoro («Emotions», «More than human» o «The catcher in the rye», entre otras) desarrolladas de 1996 a 1999: letras complejas, canon de voces e incluso con una suerte de diálogos («Misplaced childhood»). No es de extrañar que todo ese material tenga también una base intrincada de guitarras sin las cuales el proyecto se derrumbaría.

¿Cómo inició el proceso creativo del Carnival Boulevard?

El Carnival Boulevard obedece a un arco conceptual formativo de tres etapas: la germinal, de 1995, partiendo de la versión original de «They belong to the night» (se llamaba «We belong to the night»); la intermedia, que se dio a la par de la producción del álbum «Survivors» y cuyas principales canciones son las que acabamos de mencionar, pero el proyecto terminó siendo definido por un último grupo de canciones, producido entre 2018 y 2020 («People», «Don’t let me down» y «Hello»). Claro está, todo este material es apenas una parte de lo que implica realmente «The Carnival Boulevard Project»; algo así como 36 canciones distribuidas en tres capítulos/discos: «Chapter I — Last call», «Chapter II — Man in the middle» y «Chapter III — Chain reaction». Lo más importante, empero, es el concepto sonoro, el hilo de Ariadna que permite seguir el trayecto evolutivo del Carnival Boulevard desde el bluegrass, el blues rock y el rock progresivo orgánico hacia el alternativo con reminiscencias postgrunge e inclusiones indie, electrónica y sonido experimental. Es todo un viaje, literalmente.

¿De qué elementos consta el proyecto?

No los llamaría elementos. El Carnival Boulevard tiene objetivos finales de sonido, color y forma. Está pensado para llevar a EZ del stage band tradicional hacia una puesta en escena más elaborada y rica en contenidos (incluidas las coreografías) a medida que el proyecto evolucione hacia su espectro más impresionista. Creemos que el Carnival Boulevard no solo debe escucharse, sino verse y sentirse de cierta manera. Es algo que buscábamos producir ya en 1997, antes de recibir la oferta de Forever Music Inc. que nos llevó a grabar el «Survivors» e, indirectamente, a esperar 26 años para retomarlo (para ser justos, mucho del Carnival Boulevard no era técnicamente lograble en los 90).

La ‘idea’ detrás del Carnival Boulevard se encuentra a simple vista en la portada del álbum: un duende —“El Cuz”, un kusillo, el Dionisio andino—, esperando con su guaripola a la entrada de un gueto en una distópica metrópoli de estética cyberpunk (a lo Blade Runner), presto a transitar entre mundos en una noche de carnaval. No es difícil percibir el nivel de hibridación etnocultural implícito.

¿Qué incidentes demoraron el lanzamiento de Carnival Boulevard y obligaron a un ajuste en la estrategia?

¡Oh!, el dedo en la llaga. El primer incidente fue la pérdida total de los tracks de guitarra ya grabados de las canciones que habían surgido en el periodo 2018-2020 («People», «Don’t let me down» y «Hello») a raíz de un volcado defectuoso de los discos duros de nuestro estudio privado (Vértigo S.R.L.) a una máquina nueva. Curiosamente, todos los registros CPR permanecieron intactos, mas no las pistas de audio que, a la postre, fueron imposibles de recuperar.

El segundo incidente vino a raíz del primero. La declaración de pandemia en marzo de 2020 nos obligó a prescindir del estudio para avanzar en la producción y por ese motivo reiniciamos ésta (al menos toda la síntesis digital) en casa. Lo que no pudimos anticipar fue un ataque online de ransomware ruso que encriptó totalmente la máquina con el virus .copa y de ese modo se perdió irremediablemente un total de 9 canciones («They belong to the night», reediciones del Uno/One, el Survivors, más dos temas inéditos de la época germinal de la primera banda, de 1993: «Say no» y «Love isn’t easy»).

El tercer y último incidente se dio a principios de 2023. Habíamos empezado a regrabar en el estudio La Manzana, propiedad de nuestro ingeniero de grabación y mezcla, Carlos Condori, los tracks instrumentales de las canciones «They belong to the night», «People», «Don’t let me down» y «Hello» mientras Pol grababa sus líneas en Brasil y Paola (nuestra corista) en Buenos Aires… y exactamente el mismo ransomware inutilizó por completo la computadora central del estudio. Carlos recurrió incluso a la informática forense para intentar recuperar terabytes de material de todos sus clientes (incluido EZ), pero fue infructuoso.

A partir de ese momento reajustamos la estrategia de producción a lanzamientos bimestrales de los cortes y contratamos una agregadora mundial (Symphonic) para la distribución y manejo del Carnival Boulevard (inclusive en China), además de consolidar un modelo de producción que involucra a estudios y músicos de primerísimo nivel de Irlanda, Italia, Inglaterra, Estados Unidos, Argentina, Bielorrusia, Japón y Senegal. Parte del material se mezclará en España e Inglaterra y otra gran parte en Bolivia. La calidad del audio es crítica para nuestro trabajo y, sin duda, «They belong to the night» es una muestra del nivel alcanzado. Estamos muy emocionados con los resultados. Falta ver la respuesta de la crítica, tanto a nivel musical como social y, por qué no, política a la denuncia que hacemos en «They belong to the night». Eso es responsabilidad directa de los medios, de la sociedad y de sus instituciones.

¿Qué tiempo en total se prevé que lleve el proceso?

Cinco años, a partir de ahora. Es posible que el proyecto se acelere en algún momento, pero al menos el primer capítulo («Last Call»), tal y como está planificado (lanzando un corte cada dos meses), alcanzaría fácilmente el umbral de 2026. Dependerá en cierta medida de la respuesta del público. No es una programación monolítica. Parte de los capítulos dos y tres («The man in the middle» y «Chain reaction») serán publicados en simultáneo (principalmente reediciones, debidamente reubicadas en el espectro sonoro de una puesta en escena mayor).

Sobre la propuesta musical de Carnival Boulevard, ¿cómo dialoga lo último de EZ con su producción anterior?

Es el corazón mismo del proyecto. Algunas canciones del Uno/One de 1992 ya eran —sin saberlo— conceptual e ideológicamente candidatas a formar parte del Carnival Boulevard («No man’s land» y «Song for a lonely soldier», por ejemplo, aunque requieran un tratamiento instrumental y tímbrico muy particular para expresarse al completo). Lo mismo puede decirse de «Where is love» y «Survivors» del álbum homónimo de 1998. En cuanto a letras, a una cierta amalgama temática, no hay donde perderse. Sin embargo, el Carnival Boulevard debe entenderse desde su poética musical: esa en la que su síntesis sonora sea capaz de producir significado a partir de dos elementos autogénicos: la propiedad acústica de sus elementos y el concepto creativo bajo el cual se ordenan, algo ligeramente complejo de explicar en palabras hasta que escuchas «They belong to the night» y eres capaz tanto de aislar auditivamente cada elemento como de entender su razón de ser en el conjunto, además de la estructura progresiva misma de la canción.

¿Qué continuidades hay y qué rupturas también? ¿Cuál es el concepto musical al que aspira el Carnival Boulevard?

La continuidad está dada por el estilo melódico y cálido tradicional de EZ, así como las temáticas que abordamos. No obstante, venimos buscando una mayor potencia sonora. Las rupturas merecen mención especial. Ciertas canciones (del Uno/One y del Survivors) serán definitivamente dadas de baja y tenemos un acuerdo interno implícito de no transitar de nuevo por ciertos caminos. No tenemos tiempo para ese tipo de rodeos, así que dirigiremos nuestros esfuerzos productivos y creativos al núcleo del Carnival Boulevard: su propuesta conceptual y sus conectores con las nuevas generaciones, lo cual implica balance de contenido y vehículo expresivo: el sonido y el beat.

¿Cómo se prevé desarrollar la promoción de Carnival Boulevard?

Mediante una combinación de acciones de comunicación vía redes sociales, plataformas de music streaming, presentaciones esporádicas en vivo, podcasts, etc. Los medios y los mecanismos están ahí, sin duda. No obstante, lo principal siempre será la defensa en vivo del material. No quisiéramos adelantarnos a nada, pero debemos confesar que sería ideal lanzar el tour a fines de 2025.

FUENTE: Pablo Deheza, La Razón