Si bien la música puede ser altamente influyente en la construcción de la identidad de cualquier grupo social, nación o país, son pocas las canciones que pueden funcionar como bandera. Cada ciudad tiene sus himnos, los cívicos y los populares, cargados de melodías sentidas y letras que retratan las virtudes de su gente o la región a la que representan. Así, “Oh Cochabamba Querida” de Jaime del Río o “Collita” de Fernando Román Saavedra, son canciones que en la tertulia popular se consideran “segundos” himnos de Cochabamba y La Paz respectivamente. Lo mismo pasa con “Potosino Soy” de Humberto Iporre Salinas o “Viva Santa Cruz” de Gilberto Rojas para Potosí y Santa Cruz, y podríamos seguir enlistando miles de canciones que ayudan a construir identidad a ciudades, regiones o grupos sociales en entornos culturales, educativos, deportivos, etc.
Bolivia tiene su denominado “segundo himno” y sin lugar a
dudas todos coincidimos en que se trata de “Viva mi Patria Bolivia” de Apolinar
Camacho, que es capaz de mover todas nuestras células cuando se escucha en su
versión más popular interpretada en ocasión de sesquicentenario de la
independencia de Bolivia con participación de un precioso abanico de músicos
como Luis Rico, Ernesto Cavour, Pepe
Murillo, Orlando Rojas, José Zapata, Delfín
Marañón y Víctor H. Leaño. Esa versión,
que se editó en 1975, incluía una grabación de la hinchada boliviana coreando el
masivo grito: ¡BO BO BO, LI LI LI, VIA VIA VIA, VIVA BOLIVIA, TODA LA VIDA!. Esta
barra popular ya se había escuchado en 1963 cuando la selección boliviana de
fútbol ganó la Copa América despertando el orgullo nacional. Esa grabación de
1975 volvió a popularizarse durante las eliminatorias de la Copa del Mundo de
1994, cuando las radioemisoras y canales de televisión la reproducían tras cada
gol de Bolivia, y vaya que fueron muchos goles los coreados en 1993, año de alta
felicidad.
Por entonces, un joven choquito orureño modelo 1969,
cochalizado a fuerza del inevitable amor que despierta la capital gastronómica
de Bolivia, vivía su primera gran etapa musical con el grupo EZ, que fue
reconocido en ese año como grupo revelación, y comenzaba a trazar un
impresionante paneo musical que lo llevó a fundar el grupo Waliki para el que
escribió, junto a Carlos Urquidi, otro “segundo himno” para nuestro país. Se
trata del tinku “Llajtita”, más conocido como “Esta es mi Bolivia” por su
poderoso coro que abriga a toda la patria en 4 minutos y medio. No cabe duda
que si una canción es coreada por más 350 mil personas en el Carnaval de Oruro
o cantada en casi todas las escuelas del país, se trata de una canción que se
eleva a la talla de himno popular, porque al margen de su rica estética sonora,
su letra funciona como un espejo social que refleja el país que somos y aquel
que esperamos ser, íntegro en su alta diversidad.
Para alcanzar este logro, nuestro querido “Choco” protagonizó
una interesante carrera musical desempeñando toda suerte de roles como músico y
experimentó en diversidad de géneros musicales desde 1985 formando parte de las
bandas “Brigada Rock”, “Lady” y “Krams”, en las que desempeño roles de bajista
y baterista. En los 90s formó parte de EZ, Magia Blanca, Sacrilegio, Latin Fire
(Australia), Sud, In Vitro, Jade y Kontra Ruta. Tras la entrevista realizada en
el programa Arena Rock de Púrpura en Línea, difundida en días pasados,
muchísimas personas revivieron los gratos recuerdos tras la publicación, en
redes sociales, de fotos del disco de vinilo de EZ editado en 1992, mismo que
incluía el súper éxito “Extrañándote”. Los comentarios de los internautas dejan
un rastro de nostalgia, respeto y admiración al trabajo del grupo cochabambino
que estaba conformado por William Castillo en guitarra, Daniel Quiroga en los
teclados y voz, y Christian Rodriguez en la batería. Este disco fue realizado
en Mega Savia Andina Records con Alcides Mejía como ingeniero. Este hecho
ocasionó algo inusual en la historia del rock boliviano y es que EZ giraba por
todo el país abriendo a Savia Andina, reconocidísimo grupo de folklore boliviano.
Esto le permitió a Christian acercarse al folklore, razón por la que en el
nuevo siglo sus experiencias musicales fueron más allá del rock formando parte
del line up de Vicente Valenzuela, Tupay, H3O, Fakto, Jade, Enriqueta Ulloa y
Zulma Yugar.
Hacia 2004, el “Choco” forma Waliki desempeñándose como
productor y director musical, además de asumir el rol de bajista y compositor. Sin
embargo, al margen de encarar este proyecto musical continuó explorando las
diversas estéticas de la música boliviana trabajando con los grupos Mayu, La
Yapa, Bochorno Blues Band, la Capella de
la Orquesta Filarmónica de Cochabamba, Atajo, Motor Hele, Super Pato, Analía
Abat, El Che, Adagio y la Banda Espectacular Poopó de Oruro.
Alrededor de 25 producciones discográficas registran el
aporte musical de Christian Rodriguez quien además de desempeñarse como músico,
ha llevado en paralelo una notable actividad en el séptimo arte, actuando en
cortometrajes y películas bolivianas, cuando no en una veintena de videoclips
para diversos grupos musicales. El “Choco” es a la vez un incansable gestor
cultural por lo que se ha ganado el cariño de sus colegas y del público
boliviano.
Esta historia, que de por si ya es bastante rica en
aporte al acervo boliviano, se sigue escribiendo pues Waliki ha llevado a otra
dimensión la puesta en escena y producción musical en el país, lo que de sin
lugar a dudas promete una carrera que seguirá escribiendo más páginas de la
historia de la música boliviana. Como se advierte esta carrera musical rica en
diversidad ha sido un ejercicio de integración fiel al discurso que propone su
más preciosa composición titulada “Llajtita”.
Este himno de integración ha vuelto a cobrar actualidad
tras una nueva grabación en la que Waliki, conformado por Carlos Urquidi y
Christian Rodríguez, logra unir el talento de un importante pedazo de la
histria viva musical del país para lograr una versión que cuenta con la participación
de Fabio Zambrana (Azul
Azul), Paola y Wally Zeballos (PK2), Guisela Santa Cruz, Llajtaymanta, Zon y
Helen Fuentes en las voces, acompañados por los excelentes músicos: Glen Vargas
(Track), Ramiro Vásquez (Chris Higbee EEUU y Aviónica), Bruno Bilbao (PK2),
Ariel Villazón (Proyección), Heydy Flores, Huáscar Ballón (El Che), Armin
Villca, Sergio Ferrufino (Philharmonische Orchester der Hansestadt Lübeck) y Maher.
A los 14 años, como en una película, un muy jovencito
“Choquito” descubrió en la casa de la abuela en Oruro una guitarra que había
estado semi escondida en un ropero esperando el momento de su encuentro,
momento en que nació el músico que puede en un paneo de EZ hacia Waliki mostrar
la riqueza de la música boliviana.
Este es nuestro “Choco”, tropical y andino, de bronce y
copajira.
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