"Frank Zappa era uno de los opositores más grandes del mainstream o mejor dicho, un perfecto elocuente de lo que es el underground. Hoy en día, la explotación de su imagen no sólo es masiva, si no bohemia, una carga de romanticismo, nostalgia e idealismo de la “buena música"
Por supuesto que esto no es culpa de Zappa, ni de su música, tampoco significa que fuera hipócrita o no estuviera convencido de sus ideas. Sin embargo, es complicado sobrevivir a los procesos que los nuevos canales y medios de comunicación hacen con los contenidos alternativos que satisfacen una demanda de información y sucesos alejados de los contenidos que ofrece el mainstream o como diría Marcuse: “aquello que le arrojas al capitalismo, este terminará vendiéndotelo”.
El underground, un término acuñado en los años setenta y claramente identificados con movimientos contemporáneos como el movimiento punk/postpunk, el dadaísmo, la prensa libre y movimientos contraculturales y alternativos así como la ilegalidad. Toda esta ola ideológica y prácticas, algunas venidas de escuelas de arte y otras de occidente, no tardaron en posicionarse en la música. El nacimiento de subgéneros, escenas y nichos, así como pequeños sellos de disqueras y en la potente inercia del “hazlo tú mismo” dio paso a un sinfín de pequeñas agrupaciones que aborrecían las tendencias, que mientras más incomprensible, ilegal y lejos de los convencionalismos, mejor. Creando sus propios modos, formas, canales y plataformas, dieron satisfecha su necesidad de crear, y que de algún modo, no esperaban que nadie les dijera cómo hacerlo.
Sin embargo, los cambios tecnológicos fue recortando los canales alternativos, y aunque hoy en día sigan existiendo, el concepto del underground ha mutado y los principios básicos sobre los que se sostenía han flaqueado. Hoy uno se puede auto nombrar underground con miles –en algunos casos millones- de fans y presentarse en festivales de exposición masiva, creado por marcas y transmitido en vivo por Facebook Live. El movimiento subterráneo ha ganado campo en los círculos esnobistas y alternativos y sostenido su estatus frente a los grupos vanguardistas. Ahora, para referirnos al under, también se debe hablar del mainstream, cuyo objetivo es -¿vender?- en primera instancia, pero no sólo ello, sino crear un sistema de producción hegemónico, como lo vemos en el reguetón, donde el circuito del género ha abarcado sus propios medios de comunicación, festivales, estéticas e incluso la participación con otros artistas de corte pop, creando canciones que mezclan los típicos beats del reguetón con ritmos introducidos y conocidos como el pop. Sin embargo, también existe el reguetón subterráneo; aquel que permanece lejos de las entregas de premios de cualquier disquera o canal de música, no obstante, sigue utilizando los mismos canales que el reguetón en tendencia, por así decirlo; YouTube, Facebook, Spotify. Entonces, qué determina al underground, ¿los medios o los discursos? En caso de que sea el primero, ya nos dimos cuenta que under polariza sus argumentos contra la masificación y el consumo, aunque utiliza los mismos medios que su polo apuesto, y en términos de argumentos, debemos reflexionar si esto es realmente relevante, pues no es necesario permanecer a las sombras para tener algo importante que decir, como lo ejemplifica sonoramente muy bien bandas como los Sleaford Mods o IDLES o La Polla Records, mismo caso con grupos de rap o hip hop, por dar algunos ejemplos globales.
Por otro lado, preguntarnos quién legitima dichos discursos ¿la audiencia, los medios o el mercado? Pues no dejemos de lado, el curioso caso de las playeras puestas a la venta de Calle 13 respecto a los 43 normalistas desparecidos en el gobierno anterior de Enrique Peña Nieto, las tragedias también fueron, son y serán mercancía.
Cierro con una frase del libro “Rebelarse vende: El negocio de la contracultura” refiriéndose a Nirvana como una banda que quería permanecer en el subterráneo: La gente quiere escuchar buena música: “Lo único que existe son las personas que hacen música y las personas que oyen música. Y cuando la música que se hace es buena, la gente quiere escucharla”.
FUENTE: Angel Armenta en Depósito Sonoro
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