Con más de 200 fotografías y otros tantos instrumentos y objetos de todo tipo, el Museo Histórico Nacional se propuso un desafío de proporciones: renovar sus salas y vitrinas, más acostumbradas a documentos y piezas de la historia “clásica” nacional, como el sable del general San Martín y las pinturas de Cándido López, para reflejar otra historia, muy distinta y más reciente. Así se montó Los 80. El rock en la calle, la gran exposición sobre el sonido y la escena de esa década, inaugurada el mes pasado y abierta al público hasta mediados de este año.
Una apuesta imperdible para cualquier interesado en el rock nacional post Malvinas, entre la vuelta de la democracia y los primerísimos noventa, caracterizados por la ebullición de artistas jóvenes, escenarios alternativos y propuestas disruptivas.
La selección de imágenes (con las que Rolling Stone acaba de lanzar su Calendario 2022), curada por el fotógrafo Carlos Giustino, va de Soda Stereo y Virus a Sumo y de los Redondos y Abuelos de la Nada a Los Twist, sin obviar a popes como Charly García y Spinetta, siempre retratados por los mejores profesionales vinculados al rock local. Pero este panorama de época realmente se completa con la serie de objetos y recuerdos expuestos, cedidos por músicos y coleccionistas, y siempre vinculados con una anécdota significativa para la historia que se busca contar. En esta nota, apenas un adelanto de lo mucho que se puede encontrar, con entrada gratuita, en el museo de Parque Lezama.
De aquellas cuerdas. Gustavo Cerati tenía debilidad por su Fender Electric XII Sunburst, de 1965, que hoy ocupa una vitrina del Museo Histórico Nacional. Usó esta rara viola de doce cuerdas para grabar en discos de Soda como Signos, Doble vida y Canción animal, y también para los clips de “En la ciudad de la furia” y “De música ligera”.
El silbato de Miguel Abuelo. La voz de los Abuelos de la Nada solía lucir un peculiar silbato en el cuello durante los shows de esta banda en los 80, que eventualmente perdería en una pelea. Insólitamente, un fan de la banda lo recibiría como pago por un trabajo como DJ y ahora lo aporta para su exhibición en esta muestra.
Fabuloso órgano. Mario Siperman tocó este órgano italiano Crumar en uno de los conciertos más accidentados de los Fabulosos Cadillacs y los 80. Marzo de 1988, a las puertas de ATC, el show gratuito terminó en una batalla campal en la que Vicentico recibió un monedazo en la cara y el instrumento de Siperman un piedrazo en una tecla, que aún exhibe la cicatriz, en la muestra Los 80.
El saco espacial de Charly. García estrenó este blazerpintado a mano con motivos astronómicos en las presentaciones de Parte de la religión (1987) y luego lo siguió usando con orgullo en otros conciertos y hasta apariciones televisivas. La prenda fue cedida para esta muestra por la vestuarista Sonia Lifchitz.
La letra del Flaco. La muestra Los 80 incluye varios manuscritos históricos. Entre otros, la letra de “Rezo por vos” (delarchivo del periodista Víctor Pintos), compuesta por Luis Alberto Spinetta para un frustrado proyecto de disco junto a Charly García, aunque grabada en el propio Privé, de 1986, y luego rescatada por Charly en Parte de la religión y, de allí en más, dentro de su repertorio más hitero.
Platillo volador. Apodado en el ambiente como “El ovni”, este curtido platillo Zildjian, de Fernando Samalea, marcó el ritmo de bandas under de los 80 como Metrópoli, Clap y Fricción, acompañó a Charly García y fue agitado por Charly Alberti en Nada personal, de Soda.
La valija de Luca. Mucho se dijo sobre el bagaje musical que Luca Prodan trajo consigo a la Argentina desde Inglaterra. Nunca tan claro como en esta muestra, donde se puede ver la valija con la que el músico italiano llegó de Inglaterra a Córdoba, junto con la guitarra y algunos singles en vinilo: Sex Pistols (con “intervenciones” del músico, de puño y letra) y los experimentales Residents, Gang of Four y Throbbing Gristle.
FUENTE: La Nación